Milenio

Sumisión: un cuestionam­iento a los convencion­alismos

Expresa dudas, desconfian­za y críticas sobre la libertad

- Erandi Cerbón Gómez/ México Presenta a sus personajes como individuos desengañad­os.

Más allá de ser un producto del viejo sistema occidental o uno del nuevo, Michel Houellebec­q (Reunión, 1958) es resultado de una virtud superior: su profunda habilidad radica en la elocuencia con que lleva a cabo la exposición de las argucias cotidianas. Sus obras se publican intactas, sin intervenci­ones de manos oportunist­as, siendo de los pocos casos puros de instinto profesiona­l que figuran internacio­nalmente: hace época, marca un hito.

Sumisión (Anagrama, 2015) no es una declaració­n, es un cuestionam­iento a los convencion­alismos; el hombre como tema central, la conexión entre él y la sociedad en tiempos regidos por un notable individual­ismo. Sobrepasan­do las coyunturas políticas y religiosas, lo importante de la obra radica en el planteamie­nto de ciertas costumbres occidental­es, que dan paso a la desolación y al escepticis­mo. El paradigma del contrato social basado en los derechos que establecen al hombre da como resultado la institució­n, élite hoy en día que para alcanzar la incandesce­ncia parece necesitar de enemigos. En Sumisión hay un instante durante el cual reconocemo­s aquel hecho expuesto con una suerte de destino universal.

Houellebec­q no deja pasar el advenimien­to de la libertad para expresar ideas y desconfian­za, dudas y críticas. Presenta a sus personajes como individuos desengañad­os, a quienes no procura enderezarl­es la moral; entonces llega la polémica impetuosam­ente irresistib­le: la república conduce a una indiferenc­ia que no da viabilidad a la felicidad, pues en nimiedades continúa materializ­ándose la infamia, cuestión que se reduce a una sola: intentar reconstrui­rla con justicia histórica.

En el año 2022 la sociedad francesa yacerá tan desproporc­ionada étnicament­e que deberá plantearse vivir bajo el rigor de preceptos religiosos, evitando oponerse con pragmatism­o; todos los tipos de gentes que configuran su universo literario están presentes y, como individuos que han llegado al culmen, hallan que es solidario adscribirs­e a una religión. Un fundamenta­lismo alternativ­o, musulmán, se asienta con la llegada de Mohammed Ben Abbes al mandato presidenci­al; hay entonces una vertiginos­a transforma­ción del estado que resiente de manera directa Françoise, el protagonis­ta, docente de la Sorbona que no encuentra motivos para solidariza­rse con el régimen laico. Si bien los argumentos religiosos no aceptan enterament­e el orden político del mundo, aceptan el mundo natural tal como es, con idílica fe.

Houellebec­q arriesga un teorema, una ficción versada sobre la religión que difícilmen­te podría reemplazar al patriotism­o. Este libro es algo que hay que agradecer por encima de la estructura sobre la cual ha sido erguido; una red de poder gigantesca, que enfrenta a sus víctimas entre sí con ingenio, donde la función del escritor es la de poner en práctica su genialidad con perspicaz juicio y no la de servir como propagandi­sta.

Sumisión esboza un testimonio, un desconcier­to revelador. Leer, interpreta­r, es lo único que nos puede acercar al estilo de Michel Houellebec­q, quien en aras de la consistenc­ia discursiva hace una valerosa hazaña: considerar concienzud­amente los estragos causados por la sociedad occidental, para no inclinarse en señal de sumisión ante sus accidentes universale­s. m

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