La vulgar selección del Herrera
Piojo
Desde la derrota de la selección de México ante Holanda en el Castelao de Fortaleza, en la Copa del Mundo, han pasado 352 días; entonces, a escasos dos minutos del fi nal del juego Wesley Sneijder nos pudrió con su gol y Huntelaar remató en el agregado. Fue 2-1, derrota – claro-, aunque heroica, en resumidas cuentas, inútil.
Como en Estados Unidos, Francia, Corea-Japón, Alemania y Sudáfrica, el equipo mexicano no progresó, se padeció idéntica suerte con Mejía Barón, Lapuente, Aguirre, La Volpe y el Vasco nuevamente; solo derrotas y eliminaciones, eso sí, heroicas, y en los octavos, no menos, dirán los positivos.
De a poco nos vamos acostumbrando a este heroicismo; seguimos, pues, en la segunda o tercera división de entre las selecciones del mundo, en el renglón de los equipos que aún no ganan nada, pero eso sí, dejan la piel en la cancha.
Ayer, en la segunda jornada de la Copa América ni en los sueños más salvajes hubiéramos anticipado un equipo tan convencido de su causa, sí y admítelo, fue una batalla cuerpo a cuerpo encarnada en Matías Vuoso, y de la que México sacó lo mejor porque Chile, con más calidad individual, colectivamente se dejó arrastrar a la trinchera, y ahí no hay mejores piernas que valgan, sólo quién mete más.
Por el show, ni hablar, hubo goles, disputa, velocidad y sudor, ingredientes que hacen a un juego entretenido, los contendientes no se dieron tregua.
De México no esperen más, ni en la Copa América ni en la Copa Oro, no cuando el Piojo lo rebaja todo a niveles que no conducen claramente a un salto de calidad; el futbol del Tricolor no es virtuoso, no lo ha sido con él, y no lo será, y yo no aspiro uno sólo de gladiadores, la quiero –además- virtuosa, que deje huella por algo más que los festejos de un técnico megalómano y al que veo más en la tv que a sus futbolistas.