Sexo, mentiras y mala publicidad
Debo confesar que estoy encantada con el hecho de que los hackers hayan hecho pública, como amenazaron hacer, la lista de personas infieles que buscaban servicios de lo propio en el portal de internet Ashley Madison. Lo digo con un buen grado de culpa, porque sé que nunca va a estar bien apoyar a un grupo de personas que trafican con información robada. Pero desde hace mucho tiempo yo tenía serios problemas con la idea de este portal y no son los que uno se imaginaría. No tienen nada que ver con lo que tantos conoceríamos como lamoral.
No estoy aquí para defender la monogamia. Creo que es la discusión del nunca acabar y difícilmente encontraremos dos personas iguales respecto a su entender de este tema en particular. Pero lo que siempre me ha parecido deleznable es el engaño calculado. Aún así entiendo que en ciertas situaciones de pareja todo se sale de control y las cosas se van al demonio. Pero cuando ya se trata de un negocio hecho y derecho para organizar eso precisamente, el engaño, entonces ya tengo un problema con eso. Es abusivo en el mejor de los casos.
Entonces, me pregunto, ¿cómo es que los clientes de este servicio, diseñado de origen para que ellos fuesen deshonestos con las personas más cercanas de sus vidas, podrían pensar que la empresa sería honesta con ellos? ¿De verdad pensaban que por pagar unos 20 dólares sus datos serían borrados para siempre? ¿Por qué creerle una empresa algo así, si la misma está diseñada para que ustedes rompan sus promesas más personales de manera profesional? Eso es lo que no le gustó (eso dicen) a estos hackers y según ellos esa fue la razón del derrame informativo.
El otro motivo por el cual me daba asco todo este proyecto era por los boletines de prensa que nos mandan constantemente a los medios de comunicación que nos dedicamos a tocar temas de sexualidad y sociedad de vez en cuando. Datos extremos. Temas fascinantes difícilmente comprobados. ¿Y la fuente? El nombre de la empresa. Linda integración de producto (dudoso) para los poco cautelosos. Y funcionó por años en gran parte del mundo. El sexo suele vender, no verificarse.
Pero lo que me hizo declararme enemiga de todo fue cuando me llegó un boletín con el nombre de una actriz mexicana que había cometido el error de engañar (sin ayuda del internet y sin inscribirse a un servicio por ello) a su pareja. Fue un terrible drama, había pequeños de por medio y sé que ella estaba pasándola muy mal. Está bien que cada quien viva las consecuencias de sus actos, pero estos compadres mandaron este comunicado donde en enormes letras decían que la habían invitado a ser su vocera. Que ella no haya ni considerado aceptar se perdió en el escándalo. Se hicieron publicidad de la desgracia ajena y eso, pues eso sí es para dar asco.
Todo mundo dice que no hay publicidad mala y cuando veo las encuestas con Donald Trump hasta arriba o el imperio de Kim Kardashian basado en un video sexual a veces pienso que esto es verdad. Pero luego me imagino a todos los incautos que saben que su nombre está publicado en internet por haber usado ese servicio y debo reír. Creo que sí hay publicidad verdaderamente mala después de todo.
¿EN SERIO?
¿Todo eso que se le ve a Chris Hemsworth (Thor) en la película Vacaciones es una prótesis? ¿Me lo tenían que decir? ¿No querían que siguiera creyendo en los semidioses?