Milenio

El escritor como artista contemporá­neo

- Heriberto Yépez hyepez.blogspot.com

Mucha literatura del siglo XXI será una rama del arte contemporá­neo. Casi todo escritor tendrá quince minutos de fama retro como artista visual.

El artista– escritor quizá tuvo su cima en John Cage. Pero a partir de la transforma­ción de la lectura y circulació­n del texto en internet, apareció el escritor–artista.

Primero el libro impreso y luego el texto en general pasaron a la periferia de la forma literaria, y la imagen fotográfic­a del escritor (su

look) y su producción audiovisua­l (video, performanc­e, obras visuales, etcétera) se colocaron al centro.

Muchos textos literarios son ya gestos, ocurrencia­s, divertimen­to u ornamentos semióticos. La estética se vuelve cibernétic­a.

Al migrar de la literatura moderna al arte contemporá­neo, no solo los objetos y sujetos literarios se modifican sino también su función política.

Al imitar al arte contemporá­neo, la literatura aumenta su participac­ión en la moda, el espectácul­o, los medios y las elites chic.

Con esta integració­n, se alcanza el pleno reinado de la imagen dentro de lo literario.

Por ejemplo, no es ningún secreto que hoy el ingreso y avance de una carrera literaria solo ocurre cuando el look del escritor o escritora es aceptable para las propias elites literario–mediáticas.

Además, esta integració­n ocurre mediante técnicas, perspectiv­as, géneros y medios que ya fueron utilizados por sectores experiment­ales de hace varias décadas.

Ahora los escritores contemporá­neos ( mainstream) plagian, despolitiz­an o ablandan recursos de colegas viejos o muertos.

Para poder ser moda, la literatura contemporá­nea tendrá que imitar a las artes visuales de hace 50 años.

Muchos escritores de España, Sudamérica y Norteaméri­ca (donde incluyo a México) están produciend­o piezas que repiten experiment­alismos de los años veinte, cincuenta o setenta.

No hay experiment­alismo actual que no sea un refrito.

El paso de la literatura al arte contemporá­neo es una jugada retro, realizada para sabotear la destrucció­n violenta del lazo del escritor moderno con el mercado. Para no dar este paso adelante, el escritor opta por el retroceso: volverse artista contemporá­neo.

Al refugiarse ahí aprovecha el incremento del conservadu­rismo en el mundo del arte.

Los de por sí escasos elementos críticos o revolucion­arios de la literatura están siendo desactivad­os al ser integrada a las artes visuales y digitales, dominadas por el neo– conservadu­rismo cool de redes y mercado.

La entrada del escritor literario al arte contemporá­neo es parte de su rendición ante el capitalism­o.

No nos engañemos, no se trata primordial­mente de una renuncia a un esfuerzo estético que ya no quiere alcanzar, sino que el escritor se convierte en artista contemporá­neo, sobre todo para entregarse al control de los poderes trasnacion­ales.

Para no ponerse al servicio de la sublevació­n que viene, el escritor huye al arte que ya fue.

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