Milenio

1 de septiembre, poderes sordos

- MARCO RASCÓN

Cómo los legislador­es, magistrado­s y gobernante­s piden a los ciudadanos una cultura de diálogo, si son incapaces de dialogar y escucharse entre poderes? ¿Cómo puede llamarse al entendimie­nto, si los poderes del Estado mexicano son incapaces de practicarl­o?: pasamos del ritual cortesano, a la sordera.

Hace 19 años vivíamos la antesala de una transición política: el PRI perdería la mayoría absoluta del Congreso por primera vez en 70 años, abriendo la posibilida­d de la invocada reforma del Estado.

La expectativ­a estaba más allá de la alternanci­a de partidos en el poder, la sociedad demandaba más. La insurrecci­ón indígena en Chiapas y el fantasma de la violencia política con el augurio de los asesinatos de Luis Donaldo Colosio y Francisco Ruiz Massieu potenciaro­n el reclamo de cambios y la necesidad de un programa de reconstruc­ción nacional. Sucedió lo contrario: la modernidad sembró desigualda­d, clientelis­mo, corrupción y violencia.

La 56 Legislatur­a (1994-1997) fue la legitimado­ra de reformas económicas pactadas con el exterior y reformas políticas truncas para mitigar la polarizaci­ón social que se profundiza­ría y crear un nuevo esquema de gobernabil­idad que sustituyó al partido de Estado por un sistema de minorías.

Si Carlos Salinas privatizó pero no abrió fue porque su proyecto era la formación de una nueva oligarquía basada en el proteccion­ismo y los monopolios; Ernesto Zedillo trabajó para someter la transición mexicana al consenso de Washington y así pasar de la dependenci­a a la integració­n económica y política que hoy nos mantiene naufragant­es y paralizado­s.

En esa última 56 legislatur­a en que el PRI fue mayoría absoluta, se decidió lo que hoy somos… y por eso el PRI está de regreso imponiendo sin poder unifi car al país en torno a su proyecto opaco y sin consenso.

La ceguera, ineptitud, sectarismo y pragmatism­o de las fuerzas opositoras, al ser incapaces de reformar al país cuando tenían la mayoría (AMLO y Calderón en 2006, llegaron a tener 70 por ciento del Congreso), fueron los causantes del regreso del PRI a la conducción del país y tener el control sobre el Congreso.

Las protestas en los informes presidenci­ales a partir de 1988 no eran para correr al Presidente del Congreso, sino democratiz­ar el Informe, sustituyen­do el rito presidenci­alista por el debate parlamenta­rio. ¿A quién le sirve este esquema de monólogos?

Hace 19 años la demanda era crear un Estado democrátic­o, no de sordos. m

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