1 de septiembre, poderes sordos
Cómo los legisladores, magistrados y gobernantes piden a los ciudadanos una cultura de diálogo, si son incapaces de dialogar y escucharse entre poderes? ¿Cómo puede llamarse al entendimiento, si los poderes del Estado mexicano son incapaces de practicarlo?: pasamos del ritual cortesano, a la sordera.
Hace 19 años vivíamos la antesala de una transición política: el PRI perdería la mayoría absoluta del Congreso por primera vez en 70 años, abriendo la posibilidad de la invocada reforma del Estado.
La expectativa estaba más allá de la alternancia de partidos en el poder, la sociedad demandaba más. La insurrección indígena en Chiapas y el fantasma de la violencia política con el augurio de los asesinatos de Luis Donaldo Colosio y Francisco Ruiz Massieu potenciaron el reclamo de cambios y la necesidad de un programa de reconstrucción nacional. Sucedió lo contrario: la modernidad sembró desigualdad, clientelismo, corrupción y violencia.
La 56 Legislatura (1994-1997) fue la legitimadora de reformas económicas pactadas con el exterior y reformas políticas truncas para mitigar la polarización social que se profundizaría y crear un nuevo esquema de gobernabilidad que sustituyó al partido de Estado por un sistema de minorías.
Si Carlos Salinas privatizó pero no abrió fue porque su proyecto era la formación de una nueva oligarquía basada en el proteccionismo y los monopolios; Ernesto Zedillo trabajó para someter la transición mexicana al consenso de Washington y así pasar de la dependencia a la integración económica y política que hoy nos mantiene naufragantes y paralizados.
En esa última 56 legislatura en que el PRI fue mayoría absoluta, se decidió lo que hoy somos… y por eso el PRI está de regreso imponiendo sin poder unifi car al país en torno a su proyecto opaco y sin consenso.
La ceguera, ineptitud, sectarismo y pragmatismo de las fuerzas opositoras, al ser incapaces de reformar al país cuando tenían la mayoría (AMLO y Calderón en 2006, llegaron a tener 70 por ciento del Congreso), fueron los causantes del regreso del PRI a la conducción del país y tener el control sobre el Congreso.
Las protestas en los informes presidenciales a partir de 1988 no eran para correr al Presidente del Congreso, sino democratizar el Informe, sustituyendo el rito presidencialista por el debate parlamentario. ¿A quién le sirve este esquema de monólogos?
Hace 19 años la demanda era crear un Estado democrático, no de sordos. m