Precios por decreto
Qué fácil sería el manejo de la economía si el gobierno pudiera determinar por decreto los precios de los bienes y servicios del país. La inflación estaría siempre bajo control. Pese a que se ha intentado en numerosas ocasiones, el resultado ha sido invariablemente un fracaso.
Esto parece no importarle a la Procuraduría Federal del Consumidor. La Profeco está realizando un operativo para evitar aumentos “injustificados” de precios en productos de primera necesidad. Su argumento es que quiere vigilar que los comerciantes no estén aprovechando la fuerte devaluación del peso frente al dólar para encarecer la canasta básica.
Puedo entender la motivación de la Profeco. Quiere ser vista como un aliado del consumidor, como un defensor de la gente frente a rapaces empresarios. Pero estamos hablando de una explicación mediática.
Desde un punto de vista económico, en la enorme mayoría de los casos, la decisión de a qué precio vender un artículo o un servicio debe recaer exclusivamente en el empresario. Solo él puede determinar si un aumento de precio es justificado o no. Si lo vende muy barato puede perder dinero. Si lo vende muy caro puede perder clientes. En una economía de mercado, en la que existe competencia, el precio final lo debe determinar la oferta y la demanda; no el gobierno.
Controlar los precios de manera artificial puede provocar escasez, ya que muchos vendedores podrían optar por retirar sus productos antes de venderlos a un precio inadecuado. También puede frenar la entrada de otros jugadores al mercado. Otras consecuencias pueden ser el surgimiento de un mercado negro, el cierre de establecimientos y la pérdida de empleos. Para un caso extremo de los efectos nocivos del control de precios solo hay que ver a Venezuela.
Es verdad que hay ocasiones en las que está justificado que el gobierno intervenga en el mercado para controlar precios; por ejemplo, cuando jugadores se coluden o cuando existe un jugador dominante que puede imponer un precio. Pero estas situaciones, aunque existen, son raras. En la mayoría de los casos, incluidos los que está revisando la Profeco, existe competencia en México.
Por un lado la Profeco afirma que en México no hay control de precios. Por el otro, que sancionará los aumentos “injustificados”. No entiendo cómo pude reconciliar estas ideas. F. Scott Fitzgerald alguna vez dijo que la prueba de una inteligencia de primer nivel es la habilidad de mantener dos ideas opuestas en la cabeza al mismo tiempo y mantener la habilidad de funcionar. Ha de haber estado pensando en la Profeco. m