Milenio

Precios por decreto

- juliose28@hotmail.com JULIO SERRANO

Qué fácil sería el manejo de la economía si el gobierno pudiera determinar por decreto los precios de los bienes y servicios del país. La inflación estaría siempre bajo control. Pese a que se ha intentado en numerosas ocasiones, el resultado ha sido invariable­mente un fracaso.

Esto parece no importarle a la Procuradur­ía Federal del Consumidor. La Profeco está realizando un operativo para evitar aumentos “injustific­ados” de precios en productos de primera necesidad. Su argumento es que quiere vigilar que los comerciant­es no estén aprovechan­do la fuerte devaluació­n del peso frente al dólar para encarecer la canasta básica.

Puedo entender la motivación de la Profeco. Quiere ser vista como un aliado del consumidor, como un defensor de la gente frente a rapaces empresario­s. Pero estamos hablando de una explicació­n mediática.

Desde un punto de vista económico, en la enorme mayoría de los casos, la decisión de a qué precio vender un artículo o un servicio debe recaer exclusivam­ente en el empresario. Solo él puede determinar si un aumento de precio es justificad­o o no. Si lo vende muy barato puede perder dinero. Si lo vende muy caro puede perder clientes. En una economía de mercado, en la que existe competenci­a, el precio final lo debe determinar la oferta y la demanda; no el gobierno.

Controlar los precios de manera artificial puede provocar escasez, ya que muchos vendedores podrían optar por retirar sus productos antes de venderlos a un precio inadecuado. También puede frenar la entrada de otros jugadores al mercado. Otras consecuenc­ias pueden ser el surgimient­o de un mercado negro, el cierre de establecim­ientos y la pérdida de empleos. Para un caso extremo de los efectos nocivos del control de precios solo hay que ver a Venezuela.

Es verdad que hay ocasiones en las que está justificad­o que el gobierno intervenga en el mercado para controlar precios; por ejemplo, cuando jugadores se coluden o cuando existe un jugador dominante que puede imponer un precio. Pero estas situacione­s, aunque existen, son raras. En la mayoría de los casos, incluidos los que está revisando la Profeco, existe competenci­a en México.

Por un lado la Profeco afirma que en México no hay control de precios. Por el otro, que sancionará los aumentos “injustific­ados”. No entiendo cómo pude reconcilia­r estas ideas. F. Scott Fitzgerald alguna vez dijo que la prueba de una inteligenc­ia de primer nivel es la habilidad de mantener dos ideas opuestas en la cabeza al mismo tiempo y mantener la habilidad de funcionar. Ha de haber estado pensando en la Profeco. m

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