Rafael López Castro: “Me encanta la calle”
El diseñador gráfico y fotógrafo exhibirá, a partir de mañana, 70 imágenes con las que busca rendir homenaje a la Ciudad de México
Para realizar su más reciente exposición, Ver la calle, el diseñador gráfico y fotógrafo Rafael López Castro viajó en “pesero” durante cuatro años por distintos puntos de la ciudad.
Caminó, por ejemplo, desde Mixcoac hasta Peralvillo con el propósito retratar pedazos y recortes de carteles publicitarios o propagandísticos que le dan un sentido urbano al Distrito Federal.
La muestra, compuesta por 70 imágenes, será inaugurada mañana en el Vestíbulo A Norte del Centro Cultural Jaime Torres Bodet, en Zacatenco, en lo que será una suerte de homenaje a la ciudad y al diseño gráfico, al que considera “un saludo a los desconocidos”.
La exhibición tiene una clara referencia familiar: “Desde que llegamos a la Ciudad de México cuando tenía cinco años, me salía a la calle y me les perdía a mis papás. Recuerdo una vez que estaba en el mercado y cuando sentí la mano de mi madre en el hombro, sabía que me iban a regañar. Me encanta la calle. Tardé varios años en este proyecto porque caminé todo lo que pude”.
En entrevista con MILENIO, quien fuera director del Departamento de Diseño del Fondo de Cultura Económica entre 1976 y 1986, cuenta que sus dos grandes pasiones en la vida son ver y leer: “Ambas se las debo a mis abuelos Mariano, por quien soy dibujante, y Emeterio, por quien soy lector”.
López Castro explica que cuando su familia llegó a México, procedente de Degollado, Jalisco, fue natural que él ingresara a la escuela: “Fui el primero de una familia numerosa que fue a la escuela. Afortunadamente logré terminar hasta la secundaria. Pero ya desde segundo de secundaria se me dio el gustito por dibujar”.
El integrante de la Imprenta Madero, la cual estaba bajo la dirección de su amigo Vicente Rojo, explica que, a pesar del impulso que le dieron sus abuelos, sin su madre no hubiera adquirido el oficio de dibujante, porque su padre solía decirle: “Dibujar es para divertirse, póngase a trabajar”. Su madre, en cambio, le daba a escondidas diez pesos para que se comprara lápices, recuerda.
Ante la insistencia de su padre, López Castro empezó a trabajar a los 16 años en una fábrica donde limpiaba herramientas y posteriormente ayudándole a un hermano de su papá en albañilería, cargando ladrillos, rememora.
Se volvió fotógrafo hace 50 años. Era dibujante y trabajaba para adquirir una nueva herramienta: “Me compré una camarita porque me gusta mucho la imagen, leerla. Aunque mucha gente no verbalice, a veces se entiende más con la imagen que con la lectura. La relación imagen-texto es uno de los momentos más ricos del ser humano”, mencionó el creador del logotipo del PRD.