Populismo al norte o al sur del Río Bravo
Una parte importante de nuestra sociedad es muy ignorante con relación a los asuntos públicos… busca maneras sencillas de entendimiento para sentirse cómoda… Por lo tanto, es susceptible a slogans simplistas de candidatos… que se llenan la boca con frases atractivas”. Con algún matiz, como sería evitar una crítica tan directa y, para nuestros estándares, políticamente inaceptable, dicha frase pudo haberse incluido en el Informe del presidente Peña hace un par de días a propósito del fantasma del populismo que de nueva cuenta recorre el país. Su autoría, sin embargo, es de Zbigniew Brzezinski, quien fuera el asesor de Seguridad Nacional del presidente Jimmy Carter de 1977 a 1981.
El populismo, en efecto, es una enfermedad social que no por ser entendible en tanto a sus causas es aceptable dado sus resultados. No es exclusivo de países pobres, como era evidente para Brzezinski hace más de tres décadas, o como puede uno apostar que hizo evidente Donald Trump hace tres horas o tres días. Ciertamente ha sido, es y lamentablemente seguirá siendo algo muy común en los países latinoamericanos. No fuimos ni estamos inmunes a ello.
Y es que resulta que nuestro código genético común parece tener una predilección por la fantasía. Por tanto, escogemos como representantes de nuestros miedos, como voceros de nuestros enojos, a individuos que frecuentemente son, también, increíblemente ignorantes. Pero como tampoco saben que no saben, ni les importa, no tienen empacho en llenarse la boca de los mayores sinsentidos para construir soluciones mágicas que nos saquen de nuestro atraso de manera instantánea y sin sacrificios. Total, una sociedad que cuestiona poco a sus gobernantes cuestionará inclusive menos a quienes se les oponen. Es más, tendrá una gran inclinación para tomar sus planteamientos a pie juntillas.
Mucho se ha especulado sobre quién o quiénes son los destinatarios de la advertencia sobre aquellos regímenes que destruyen en unos días lo que puede requerir décadas de esfuerzo institucional para construir. Los presuntos implicados han sido situados fuera del ámbito del partido en el poder, pero no estaría demás incorporarle, para quien le quede el saco o el chaleco, o lo que sea: ante una nueva legislatura y con el desgaste inevitable de una economía con problemas, de un tejido social rasgado y una psique nacional muy lastimada, no faltará quien desde el propio PRI comience a soñar con pócimas mágicas que logren el milagro con tal de ganar en 2018, que ya lo que venga después será otra cosa.
Decía el Presidente en el Informe que “… la demagogia y el populismo… fomentan el odio en contra de instituciones o comunidades enteras”.
¿Algún mensaje, también, para Trump? m