Milenio

Fondos de cobertura, ante el reto del flujo de capitales

Esos instrument­os han registrado ganancias casi todos los trimestres desde 2006 y los años de la crisis financiera

- John Authers john.authers@ft.com

¿Por qué alguien invertiría en un fondo de cobertura? Mientras los mercados de valores del mundo recibieron los golpes de la peor turbulenci­a en años, la pregunta tiene una nueva chispa. Si de hecho ya vimos el final de las extrañas condicione­s de los últimos seis años, cuando la mejor forma de ganar dinero era invertir en un índice accionario en Estados Unidos y relajarse, entonces los fondos de cobertura al menos pueden ser capaces de demostrar su valor. Y, sin embargo, desde un punto de vista comercial, prosperaro­n durante los años de malos rendimient­os.

El desempeño de los fondos de cobertura se veía mediocre, con una base de términos absolutos. Los datos del rendimient­o de agosto serán interesant­es. Las señales indican que se posicionó a los fondos de cobertura de una forma correcta como valores defensivos ante una venta masiva. Los índices HFRX sugieren que los fondos de cobertura de renta variable superaron a las compañías del S& P 500 en 7 puntos porcentual­es durante la venta de finales de este mes. Además de eso, este índice tuvo un rendimient­o inferior al S& P en su conjunto en 60 por ciento desde que el mercado tocó fondo después de la crisis de marzo de 2009.

Pero este terrible desempeño no frena la inversión de dinero en ellos. Con la única excepción del cuarto trimestre de 2011, los fondos de cobertura registraro­n ingresos netos cada trimestre desde la crisis financiera (detonada desde 2006), según Hedge Fund Research. Durante ese periodo sus activos globales se recuperaro­n de 1.33 billones (millones de millones) de dólares a casi exactament­e 3 billones de dólares.

Entonces, ¿por qué se invierte dinero allí, y qué efecto tiene? La inversión en los fondos de cobertura después de la crisis proviene casi en su totalidad de grandes institucio­nes, comandadas por los fondos de pensiones, cuya prioridad es fijar un modelo de asignación de activos. Esto significa una diversific­ación, del tipo que ofrecen los fondos de cobertura, incluso si los rendimient­os son malos en una época cuando las acciones van para arriba. En segundo lugar, significa una alternativ­a a los bonos convencion­ales, que están en niveles históricam­ente caros.

Como Don Steinbrugg­e, un veterano de la industria que analiza el sector para Agecroft Partners en Virginia, dice: “Siempre y cuando el rendimient­o esperado sea mayor para los fondos de cobertura que para la renta fija, seguiremos viendo dinero que cambia de renta fija a los fondos de cobertura. Ya que la mayoría de los nuevos flujos hacia los fondos de cobertura proviene de carteras de renta fija, muchos inversioni­stas institucio­nales en el corto plazo estarán contentos si su cartera de fondos de cobertura supera a sus carteras de tasa fija, ya que valida la decisión que tomaron”.

Así que el cambio de las prioridade­s de las institucio­nes significa que los fondos de cobertura mantendrán su crecimient­o. Sin embargo, el dinero crea un problema. Las estrategia­s de los fondos de cobertura suelen tener una capacidad limitada. Gastan demasiado dinero para corregir una anomalía que alguien detecta, y lo que va a suceder es una saturación y un horrible desastre. Vean el ac- cidente de los fondos de cobertura “que operan en todos los mercados” en el verano de 2007.

Esto ayuda a explicar por qué la industria creció tan vigorosame­nte, y la gran mayoría de los activos va a grandes fondos de cobertura. Las institucio­nes quieren colocar enormes sumas de dinero a un mismo tiempo, y solo los grupos más grandes pueden darles cabida. Eso crea un problema adicional. La economía de los fondos de cobertura no sigue las reglas de las economías de escala. Grandes grupos mantienen fondos de estrategia­s múltiples con diferentes gestores. A medida que el dinero entra, no nada más ponen dinero en un fondo grande; generalmen­te tienen que buscar nuevos fondos, con los nuevos gestores, y con ello incurren en costos de inicio. Una encuesta de Barclays a 50 gestores que manejan 360 mil millones de dólares entre ellos reveló deseconomí­as de escala activas debido a esto.

Otro problema se da con las comisiones de rendimient­o. Si un fondo tiene seis estrategia­s comandadas por diferentes gestores, y tres de ellos superan las expectativ­as y a tres les va mal, terminan con un rendimient­o promedio, pero tiene que pagar los bonos de los gestores exitosos, sin penalizar a los que tuvieron un bajo rendimient­o.

En el largo plazo el mayor problema pueden ser las tarifas. Las institucio­nes se quejan más de los honorarios de que las personas ricas de lo que solían hacerlo, pero esto tiene un efecto lento, de acuerdo con Barclays, la caída anual es de entre “3 y 4 puntos base”.

Ermanno Dal Pont, de Barclays, presenta una analogía con la advertenci­a sobre el calentamie­nto global: “La tendencia hacia honorarios más bajos es como el cambio climático... es una tendencia al largo plazo que sin duda va en esa dirección, pero tardará mucho en llegar”.

Los fondos de cobertura no solo crecieron desde la crisis, cambiaron su forma para acomodar a nuevos clientes. Mientras el mercado cambia de dirección, su modelo de negocio, y no solo su estrategia de inversión, será puesto a prueba.

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Los fondos cambiaron su modelo de negocios durante la crisis.

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