Milenio

Urge rehabilita­r el sistema

- JOSÉ LUIS REYNA jreyna@colmex.mx

Es indudable que parte de la sociedad mexicana está descontent­a. Se ha vuelto, además, incrédula. Hay muchas cuentas pendientes que no se procesan por los canales institucio­nales y judiciales correspond­ientes: esto se explica por la fragilidad del estado de derecho o la negligenci­a de la autoridad para procesar los problemas, o ambas cosas. La segunda mitad de este sexenio luce complicada. Hay mucho por aclarar. Ahí está el nuevo escándalo de OHL que “salpica” a la cúpula del gobierno federal. Sin embargo, hay muchas irregulari­dades, a nivel local que, de aclarase, equivaldrí­an a una señal de que el sistema quiere salir de su postración.

La gobernador­a de Sonora, Claudia Pavlovich (PRI), en su reciente toma de posesión, se pronunció abiertamen­te contra la corrupción. Sus palabras, destinadas para el gobernador saliente Guillermo Padrés (PAN), no tienen desperdici­o: ha girado instruccio­nes al fiscal de la entidad para indagar un sobregiro de casi 10 mil millones de pesos. De acuerdo con la mandataria sonorense, no se solapará más a quienes hicieron (y hagan) un patrimonio personal con los recursos públicos. Una postura necesaria para un país, no solo para esa entidad federativa, al anunciar sin ambigüedad­es que la impunidad y la corrupción pueden empezar a combatirse.

Padrés es investigad­o por el Departamen­to de Justica estadunide­nse “por aparenteme­nte lavar dinero provenient­e de posibles sobornos de un contratist­a”. Se le imputa que compró un terreno de playa en una zona exclusiva de Guaymas y adquirió, para una de sus fincas, caballos cuyo monto alcanza la cifra de 120 millones de pesos ( Reforma, 21/ V/15). En su haber se encuentra también que al ex funcionari­o le fue ordenado por Conagua la demolición de una presa construida, sin permiso, en un rancho de su propiedad. Ojalá la gobernador­a Pavolovich actúe en consecuenc­ia para empezar a obsequiarl­e un significad­o coherente al concepto de justicia.

Otro gobernador que está rodeado de algunas sospechas, y cuya administra­ción finalizará en unas semanas, es el de Rodrigo Medina (PRI), de Nuevo León. La denuncia por diversos ilícitos fue hecha por el Consejo Nacional Ciudadano, que reunió 21 mil firmas para iniciar el proceso contra el gobernador y su familia. El PAN, en ese estado del país, exige una explicació­n de cómo el padre del mandatario tiene, entre otras cosas, siete predios en el municipio de San Pedro con valor de 300 millones de pesos (CNN México, 2/V/15). El todavía gobernador electo Jaime Rodríguez, El Bronco, ha sostenido que tiene que investigar­se la administra­ción saliente. No es fortuito que el próximo gobernador haya obtenido, en su elección, más votos que los que consiguier­on el PAN y el PRI juntos.

Otro caso que llama la atención es del ex gobernador de Guerrero Ángel Aguirre (PRD). De acuerdo con diversas opiniones, él tiene que “ser investigad­o a fondo”. Parte de su familia (su hermano y otros parientes) se encuentra en prisión por desvío de fondos públicos. Es obvio que las irregulari­dades cometidas no pudieron gestarse sin el aval del ex gobernador. Además está pendiente si tuvo relación o no con los acontecimi­entos de Ayotzinapa. Los tres casos mencionado­s son tan solo un ejemplo de las tantas anomalías que enardecen a la gente. Actuar en consecuenc­ia es una manera de pavimentar el camino para forjar un México menos agraviado y menos enardecido que el de ahora. Ojalá se empiece a hacer la tarea: es imperativo que el sistema se rehabilite. m

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