Digitalizan clásicos mexicanos
La Biblioteca Digital de este tipo de obras, albergada por el portal electrónico Libros México, es una apuesta por darle salida a una serie de publicaciones que resultan fundamentales en la historia de las letras nacionales
Hay títulos emblemáticos de la literatura mexicana del siglo XIX que no están disponibles en las librerías, mucho menos de la época colonial, los cuales sólo se pueden localizar en bibliotecas, algunas veces especializadas, más allá de su importancia o de los rumbos que haya marcado para lo que se produjo después en el ámbito literario.
La Biblioteca Digital de Clásicos, albergada por el portal electrónico Libros México, es una apuesta por darle salida a una serie de publicaciones que resultan fundamentales en la historia de las letras nacionales, una especie de canon de la literatura mexicana que solo podía difundirse a través de una plataforma digital. “Lo que se pretende es poner a disposición de cualquier usuario la literatura mexicana considerada como clásica, libros del dominio público que han marcado ciertas etapas de la literatura nacional, pero también a los que tenemos acceso, porque el proceso de digitalización es complicado: digamos que la línea primordial es que son libros de dominio público y que han dejado cierta impronta en la historia de la literatura nacional”, explica Marina Núñez Bespalova, recién nombrada directora general de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
Nezahualcóyotl, Sor Juana Inés de la Cruz, Carlos Sigüenza y Góngora, Juan Ruiz de Alarcón, Fray Servando Teresa de Mier, José Joaquín Fernández de Lizardi, Guillermo Prieto, Manuel Payno, Manuel Acuña, Ignacio Manuel Altamirano o Federico Gamboa son algunos de los autores reunidos en la Biblioteca Digital de Clásicos, integrada por 112 títulos hasta el momento. “Hacemos un esfuerzo para sumar a otras instituciones que colaboren con otros títulos y autores; contamos con la colaboración de algunas bibliotecas, siete públicas distintas que tienen ya los acervos en línea. Más allá de cómo funciona una biblioteca como ésta, es obligación nuestra, o como Estado, poner a disposición de los lectores los materiales: si la gente está interesada o no en ellos, es otra cosa.”
PATRIMONIO
El acervo de la Biblioteca Digital de Clásicos se puede descargar de manera gratuita, “es un patrimonio nacional”, explica Núñez, aun cuando resulta todavía prematuro ver qué resultados han tenido, porque se trata de una herramienta que apuesta por enriquecerse todos los días. “Lo interesante de todo esto sería ver el nivel de proyección que va a tener el material en el extranjero, lo que vamos a poder ver a partir de 2016, cuando contemos con mecanismos propios para conocerlo; era una misión que se había convertido en tirar una botella al mar, y decir ‘tú mereces que ponga estos libros a tu disposición, son tuyos, son patrimonio nacional’”, explica la funcionaria.
En la actualidad, el acervo de la biblioteca solo está integrado por literatura “mexicana” —se debe recordar la presencia de títulos publicados en la época virreinal—, pero existe la firme intención de ampliarse a las letras latinoamericanas.
“No sé si sean libros difíciles de conseguir, hay varios que sí al ser títulos muy académicos, que se han dejado de publicar. Y es que esa es otra de las virtudes de la biblioteca: aunque uno considera muchos libros como clásicos y piensa que se pueden encontrar de manera rápida, realmente no sucede porque dejan de estar en el circuito comercial.”
Otra de las características de los títulos de la biblioteca es que están actualizados, con lo cual hacen su parte de difusión para ciertos públicos, en especial los jóvenes de secundaria y preparatoria, quienes comienzan a tener acceso a esos libros, pero “no se les puede dar en español antiguo; son difíciles de localizar, pero también no se pueden manejar con facilidad si no estás metido en el mundo de la academia”. El espacio técnico de la biblioteca es flexible y está abierto a recibir muchos más materiales de los que tiene. El esfuerzo en la Dirección General de Publicaciones del Conaculta está centrado en acudir a las instituciones que son dueñas de los derechos de algunos libros, a las editoriales, aunque también existe la idea de que “los propios usuarios propongan libros que puedan estar allí”, a decir de Núñez Bespalova. M
Sor Juana Inés de la Cruz, Nezahualcóyotl, y Juan Ruiz de Alarcón, entre los incluidos “No sé si sean difíciles de conseguir, hay varios que al ser muy académicos se han dejado de publicar”