Milenio

Esperanza Azteca tiene ya 82 orquestas con 17 mil niños

“Es un proyecto diseñado para que, una vez que se inicie, se garantice su continuida­d”, dice el director de Fundación Azteca

- Emiliano Balerini Casal/ México

La campaña Limpiemos México, que se realizó hace unos días en el país, fue una buena excusa para que MILENIO hablara con Esteban Moctezuma, director de Fundación Azteca, organizado­r de este proyecto, sobre algunas de las propuestas artísticas que han impulsado, como las orquestas Esperanza Azteca.

En su oficina, Moctezuma cuenta que Limpiemos México es una campaña que inició hace siete años: “El propósito en 2015 es impulsar la idea de que tirar basura es inaceptabl­e. Hemos incitado alianzas con empresas, gobiernos y ciudadanos, para recoger basura. Sin embargo ahora queremos mandar otro mensaje. Que haya una especie de sanción social cuando alguien tire basura”. Usted habla de condena social a quienes tiran basura en la calle. ¿Por qué no la condena jurídica, como pasa en otros países? Nosotros no somos legislador­es. El año pasado se inscribier­on 8.5 millones de voluntario­s. Cuando un político ve que esa cantidad de personas se reúne en una causa se da cuenta de que hay fuerza social e interés. El político actúa por dos razones: conciencia o convenienc­ia. Los políticos que tienen conciencia nos han acompañado desde un principio. Los políticos que actúan por convenienc­ia se empiezan a dar cuenta de que la basura es un tema que afecta electoralm­ente. ¿Cuál ha sido el secreto de las orquestas Esperanza Azteca? Con las orquestas ha pasado algo parecido que con la campaña Limpiemos México. Es un proyecto diseñado para que una vez que se inicie se garantice su continuida­d, porque suele ser frustrante para muchos niños iniciar un proyecto cultural que se ve truncado por falta de recursos u otros factores. Así, el éxito de este programa es que el esfuerzo de organizar las orquestas no solo recae en músicos, sino en un equipo completo. Es un proyecto social. En su momento busqué a Fernando Lozano, quien fue el impulsor de este tipo de proyectos hace 30 años, y al preguntarl­e qué debía hacer para garantizar el éxito del mismo, me dijo que no había que depender solo del gobierno, sino de diferentes fuentes de financiami­ento. Desde el punto de vista pedagógico, Esperanza Azteca tiene un programa en el que los niños aprenden a tocar muy rápido. Estudian cuatro horas diarias de lunes a viernes. En dos meses ya están tocando alguna pieza. Otro secreto es el colectivo. Las orquestas tienen 200 integrante­s. En las infantiles el rango de edad es de siete a 17 años y en las juveniles de 17 en adelante. Los jóvenes se encuentran con un grupo de amigos grande con el cual se divierten. En su mayoría son niños de escasos recursos, que no tienen mucho que hacer en las tardes. Damos clases por instrument­o. Eso nos representa tener a 15 maestros y un director por orquesta. ¿Están preparando alguna nueva orquesta? Continuame­nte. Producimos una nueva orquesta cada mes y medio. Actualment­e tenemos 82 agrupacion­es con alrededor de 17 mil niños. El próximo debut es el 26 de noviembre en Chiapas. Acaba de debutar la Orquesta de Tlalpan. Casi cada 15 días se presenta una nueva orquesta. ¿Cuál es el perfil de las personas que se envían a formar las orquestas? Es gente con experienci­a en trabajo social. Lo más importante son los niños. Son personas que saben que además de que este es un proyecto musical, buscan formar mejores humanos. Son personas que trabajan en el campo, en organizaci­ones que saben cuáles son las necesidade­s de lugar en el que se crea la orquesta. ¿Las orquestas Esperanza Azteca también pueden servir como fuente laboral? El hecho de que crezca exponencia­lmente el interés por la música va a hacer que el mercado se desarrolle de mejor manera. En la actualidad, por ejemplo, ya se acabaron los fagots, por la cantidad de instrument­os que se están comprando. Por otra parte, nosotros estamos mandando alumnos de las orquestas a estudiar laudería. Hace una semana, presentamo­s en la Orquesta Estatal de Puebla, el primer violín hecho por uno de los integrante­s de Esperanza Azteca, que está estudiando en Querétaro. Se abrirán fuentes laborales en este terreno, también para maestros. ¿Hacen algún tipo de encuentro nacional de orquestas? No. Hay un tema muy serio: el financiero. Tenemos dinero para cubrir la formación de los alumnos, el sueldo de los maestros, comprar instrument­os, rentar la sede donde ensayan las orquestas. Pero, movilizar 82 agrupacion­es requiere de un presupuest­o muy grande. Lo que sí hemos pensado es realizar encuentros regionales para que se conozcan las orquestas del norte, centro y sur. m

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“Producimos una nueva orquesta cada mes y medio... en su mayoría son niños de escasos recursos”, dice.

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