Milenio

Emmy: desde adentro

- SUSANA MOSCATEL @SusanaMosc­atel

Los resultados ya los saben. Están en todos lados. Pero lo que se vive dentro y fuera del Microsoft Theatre la noche del Emmy es completame­nte otra fiesta. Y vivirlo de cerca con todos aquellos que hacen realidad nuestras series que amamos tanto es para agradecer a la vida. O, en este caso, a nuestros amigos de Warner Channel que nos llevaron hasta adentro del show. No a la sala de prensa, donde la informació­n vuela y se controla, sino al auditorio donde todos corren como forajidos a la barra en los cortes comerciale­s (la primera hora del show está cerrada, porque no quieren poner a correr como locos a los cubreasien­tos). Las estrellas, como debe ser, en sus primeras filas.

El calor este año estuvo fuera de control al grado que la gran Allison Janney ( Mom) subió al escenario con su esponjita para quitarse el sudor y al darse cuenta la aventó, causando carcajadas en la sala.

Como es costumbre, Kevin Spacey, Julia Louis-Dreyfus y John Hamm enloquecie­ron a todos en la primera fila. Siendo cuidados de fan locos (algunos de nosotros sí logramos entrar), pero accesibles como en pocas ocasiones. Saben que están entre colegas. Están relajados y divertidos. No pasa nada aquí.

El más adorable de todos, el fantástico y brillante Jon Stewart, con quien pudimos platicar Álvaro Cueva y una servidora, nos dijo que ahora que terminó de hacer The Daily Show definitiva­mente considerar­ía ir a México a hacer cosas. Le dije que NUNCA lo podríamos necesitar más y nos aseguró que pasaría tiempo por ahí y que hablaba con Gael García Bernal (con quien hizo una película) todo el tiempo. (Háznosla buena, Jon. Y Gael... ayúdanos con ello, ¿no?)

¿Novedades? Los nominados, como el productor de Mad Men, que llegó junto con un considerab­le grupo de ciclistas, en atuendos especiales a la ceremonia. Lo hicieron desde Santa Mónica y con el calor del día sin duda no fue un reto fácil. Pero los amantes de la movilidad y ecología seguro aplaudirán mucho la idea.

Entre otros detalles dignos de comentar estuvo el momento en el que pasó Heidi Klum junto a nosotros, era como si se abrieran los mares para verla pasar. Pero claro, no faltó el triste colega que dijo: “Wow, pero bueno, ya está grande”. Me temo que mi más triste respuesta fue... “Y tú estás pen...”. En fin. Como Heidi le dijo a Trump: “Ni modo, ya no soy un 10. Soy un 9.99. Machismo del mal”.

Lo dijo bien Ricky Gervais al exigirle a una de las señoritas que le diera una estatuilla: “Esto es sexista. No que no hay edecanes hombres en el Emmy”. De acuerdo. Nos unimos a la petición.

Entre las frases más relevantes de la noche estuvo el chiste de Samberg, que decía “Suck it, books” (o “friéguense, libros”), porque es verdad, con la buena televisión creo que debemos hacernos el firme propósito de leer al menos un libro por serie que nos enganche. O por temporada. Es lo menos y en los Emmy lo saben.

Y sí. Por supuesto que los chistes de Donald Trump estaban a todo lo que daban, dentro y fuera de la ceremonia. Como el conductor que dijo: “Debo decir… Donald Trump parece racista y... pues y ya”.

Aunque el mejor (hasta el cierre de esta columna) fue el de Julia Louis-Dreyfus, de Veep (comedia política de HBO), quien dijo: “Qué gran honor debe ser para ustedes poder honrarme esta noche. ¡Ah, lo siento!, no lo dijo mi personaje, lo dijo Donald Trump. Cada vez es más difícil satirizar estas cosas”.

No podría tener más razón. Bendita televisión. ¡Mañana les contamos de las fiestas!

¿EN SERIO?

¿Michael Moore contrató a un actor e hizo el chiste de “Donald Trump” para presidente?

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