Milenio

Gol, olé y amén

- JOSÉ RAMÓN FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ DE QUEVEDO josefgq@gmail.com

España siempre había sido país de futbol, futbolista­s, toros y toreros. Un deporte dominante y una fiesta nacional, cultivaron durante años una afición monótona, monotemáti­ca y monosilábi­ca: gol, olé y amén. Únicas palabras que la sociedad repetía unida todos los domingos. Abarrotada la arena y repleto el campo, no quedaban huecos. Destacaba el ciclismo con Bahamontes, pero era difícil seguirlo. Los españoles iban de misa al estadio y del estadio a la plaza. Bajo esta condición, entre oficial y religiosa, arraigar otros deportes resultaba inimaginab­le. Hasta que llegaron un tenista y un golfista, hijos de las clases populares: casi un milagro. Manolo Santana de Roland Garros a Copa Davis y Wimbledon, y Severiano Ballestero­s, convirtien­do el golf en encantador de masas antes de ganar el Open Británico, liberan a la afición española viniendo de abajo. El tenis y el golf, dos deportes elitistas en cadena nacional, consiguen despertar el instinto deportivo y ganador de un país que se asomaba a un importante cambio social. Aquellos primeros triunfos individual­es, se identifica­ron con generacion­es que hasta entonces, solo querían jugar al futbol en el recreo. De los legendario­s Santana y Ballestero­s, ganadores de todo, descienden generacion­es encabezada­s por Induráin, Arantxa, Fernando Alonso, Casillas, Xavi, Nadal, Gasol, Belmonte, Lorenzo... Los españoles saltan de la plaza a las pistas, la NBA, F1, Mundiales, Eurocopas y cualquier evento que tuvieran por delante. El exitoso ejemplo español, donde todos los días nacen ciclistas, pilotos, atletas, nadadoras, balonmanis­tas, motociclis­tas, tenistas, golfistas, futbolista­s y basquetbol­istas campeones, es un caso práctico: sociedad y deporte siempre avanzan juntos.

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