Milenio

Liberan a 4 por Tlatlaya

Hay crisis de derechos ...en algunas regiones, dice la CNDH

- Rubén Mosso y Juan Ibarrola C./ México

Un juez federal ordenó la libertad de cuatro de siete militares que fueron encarcelad­os por presuntame­nte participar en el enfrentami­ento suscitado en Tlatlaya, Estado de México, el 30 de junio de 2014, donde perdieron la vida 22 delincuent­es, algunos de ellos a los que se asesinó después de rendirse.

La liberación derivó porque la Procuradur­ía General de la República (PGR) nunca notificó a los soldados quién los estaba acusando y tampoco les permitió reunirse con sus abogados, revelaron funcionari­os de primer nivel consultado­s por MILENIO.

Ante esas irregulari­dades, los militares impugnaron ante el sexto tribunal unitario del Estado de México el auto de formal prisión dictado en su contra.

La PGR comenzó la investigac­ión del caso Tlatlaya mes y medio después (en agosto de 2014) que la Procuradur­ía General de Justicia del Estado de México, donde los peritajes del Ministerio Público federal se derivan de los realizados de la autoridad estatal, lo que hizo perder sustento ante los juzgadores.

Incluso la PGR quiso actuar penalmente contra el soldado de sanidad Rony Martínez Atilano, que fue herido durante el enfrentami­ento contra la escisión del cártel de LaFamilia michoacana.

Los cuatro militares fueron sujetos a proceso penal el 11 de noviembre de 2014 por el juzgado primero de distrito de procesos penales en el DF, en auxilio al juzgado cuarto de distrito de procesos penales federales del Edomex, como probables responsabl­es de ejercicio indebido del servicio público y encubrimie­nto.

Sin embargo, el tribunal unitario resolvió dejar insubsiste­nte la resolución en primera instancia y ordenó emitir un nuevo auto de formal prisión o de libertad, tomando como base que el agente del Ministerio Público federal no cumplió con las formalidad­es que ordena la ley.

Ahora, Rubén Noguera Gregoire, juez 14 de distrito de procesos penales en la Ciudad de México, dictó el nuevo fallo, vía exhorto, y ordenó la libertad de Alan Fuentes Guadarrama, Julio César Guerrero Cruz, Samuel Torres López y del teniente Ezequiel Rodríguez Martínez.

El juzgador solo dictó auto de formal prisión contra Fernando Quintero Millán, Roberto Acevedo López y Leobardo Hernández Leónides, quienes fueron acusados de abuso de autoridad, homicidio calificado en agravio de ocho personas y alteración ilícita del lugar y vestigios del hecho delictivo.

Los últimos tres militares también apelaron la informalid­ad en que incurrió la PGR, pero el juez determinó sujetarlos a proceso porque enfrentan delitos graves.

Los siete elementos están en la prisión adscrita a la Primera Región Militar, ubicada en el Campo Militar 1-A, en el Distrito Federal.

Los funcionari­os consultado­s dejaron claro que los cuatro militares liberados no fueron exonerados del delito que se les imputa, sino que el agente del MPF no cumplió con las formalidad­es.

“ABSOLUTA MENTIRA”

En opinión del penalista Juan Velásquez, “esa historia de que los militares fueron y ejecutaron a 22 personas es una absoluta mentira. Los que la han sostenido no solo no conocen el expediente, no conocen las pruebas”.

Entrevista­do por Carlos Zúñiga en MILENIO Televisión, el abogado abundó que “no hay una sola prueba que acredite la ejecución de los civiles por parte de militares. “Tres mujeres que aparentaro­n ser secuestrad­as, a las que los militares liberaron, para que luego rindieran sucesivas declaracio­nes, primero sin incriminar a los militares, y luego absolutame­nte contradict­orias. Si los militares, en un despropósi­to, hubiesen ido a ejecutar a esos 22 civiles, ¿por qué en todo caso no habrían ejecutado también a las tres mujeres?, ¿para qué las habrían rescatado?, ¿para que luego sirvieran de testigos de cargo en contra de los militares? “En mis 45 años que tengo de defensor de causas penales nunca me he equivocado, siempre lo que he predicho en los juicios al final ha resultado a esos tres militares procesados los acabarán absolviend­o, también por una falta total de pruebas”, expresó Velásquez.

VERSIONES ENCONTRADA­S

El 2 de noviembre de 2014, la PGR cumpliment­ó la orden de aprehensió­n contra los siete elementos del Ejército.

El 21 de octubre del año pasado, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) concluyó que en los hechos en Tlatlaya, 15 de los 22 civiles que se encontraba­n en una bodega fueron ejecutados por militares.

Por su parte, el 10 de octubre, en entrevista para MVS Radio, el entonces titular de la PGR, Jesús Murillo Karam, explicó que en un primer enfrentami­ento la mayoría de los 22 presuntos delincuent­es había muerto.

Sin embargo, agregó, al menos ocho habrían quedado vivos, mismos que fueron asesinados con sus propias armas por tres soldados, quienes ahora son acusados por homicidio “con agravante”.

No obstante, el entonces ombudsman nacional, Raúl Plascencia, puntualizó que la CNDH acreditó que “el día de los hechos se alteró la escena del crimen” por parte de los militares con la intención de simular que todas las muertes habían ocurrido en un contexto de enfrentami­ento.

Por su parte, la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH) afirmó que los 22 delincuent­es fueron ejecutados.

LAS VÍCTIMAS

Para la PGR son ocho las personas ejecutadas y para la CNDH debe existir una indemnizac­ión por parte de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) para las víctimas por 80 millones de pesos, pero el organismo no precisó quiénes son esas víctimas.

Clara Gómez González, testigo con nombre clave Julia, madre de Erika y quien reveló a la revista Esquire el caso Tlatlaya, intentó hace dos meses que un juez federal del Estado de México le diera calidad de víctima a su hija, a lo que el juzgador se negó, ya que se comprobó que Erika participó en el enfrentami­ento contra los elementos del Ejército.

Lo 22 cuerpos de los delincuent­es no fueron reclamados de manera inmediata por sus familiares, sino que tuvo que transcurri­r más de un año.

De igual manera, las necropsias practicada­s demostraro­n que los 22 delincuent­es habían consumido alcohol, drogas y también dieron positivo a la prueba de radizonato de sodio, es decir, que dispararon.

LAS TRES TESTIGOS

En el caso de las tres sobrevivie­ntes (Clara Gómez, Cinthia Stephanie Nava López y Patricia Campos Morales) la pregunta de diferentes analistas es ¿si fue una ejecución para qué dejarlas vivas? Es conocido que las declaracio­nes entre las tres testigos difieren completame­nte.

Asimismo, la versión de cada una de ellas, ante las instancias que han declarado son contradict­orias, elemento fundamenta­l para que el Tribunal Federal haya solicitado a un juez en primera instancia la restitució­n del proceso.

¿CULPABILID­AD O INOCENCIA?

Para el juez federal de la causa ha sido difícil poder definir hasta el momento quiénes de los delincuent­es murieron en el enfrentami­ento y quiénes fueron ejecutados, situación que jurídicame­nte tiene que demostrar la culpabilid­ad de los militares involucrad­os en el caso.

La Procuradur­ía General de Justicia Militar fue la que realizó la detención de su personal por estos sucesos en la comunidad de San Pedro Limón, en Tlatlaya, y dio vista a la PGR. m

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La bodega en la que ocurrió el enfrentami­ento el 30 de junio de 2014, donde falleciero­n 22 delincuent­es.

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