Milenio

El doble discurso sobre los candidatos independie­ntes

- LEOPOLDO GÓMEZ

Por años los partidos se opusieron a cualquier cambio que abriera opciones electorale­s. Cuando finalmente tuvieron que aceptar las candidatur­as independie­ntes, les impusieron requisitos difíciles de cumplir y condicione­s adversas para competir. Aún así, en su debut en las elecciones de este año algunos independie­ntes lograron victorias muy notables. La de mayor resonancia fue la de El Bronco en Nuevo León.

No extraña que ante ese avance los partidos hayan endurecido en varios estados los requisitos para los independie­ntes. Lo que sorprende es que, en claro contraste, a escala nacional los liderazgos partidista­s ahora estén promoviend­o no una restricció­n, sino una ampliación de derechos en este tipo de candidatur­as.

Dentro de los principale­s par- tidos el miedo a las candidatur­as independie­ntes súbitament­e se convirtió en entusiasmo y prueba de compromiso democrátic­o. Incluso el PAN ya presentó una iniciativa de reforma constituci­onal que facilita el registro de candidatos independie­ntes y mejora las condicione­s para que compitan. De inmediato, el PRD respaldó esta iniciativa.

Me parece que la clave para entender este contraste de posiciones es la figura de Andrés Manuel López Obrador. En los estados se trata de evitar que surjan candidatos independie­ntes. Los gobernador­es y los partidos no quieren un Bronco en sus estados. A escala nacional la situación es distinta porque López Obrador ya juega, por extraño que suene, como un independie­nte.

Su crítica a los partidos tradiciona­les, la corrupción política y los poderes establecid­os no dista mucho del discurso de los independie­ntes. López Obrador se presenta como el portavoz del pueblo frente a la “mafia del poder”; los independie­ntes dicen empoderar a la sociedad civil o a “la raza”.

Tanto López Obrador como los candidatos independie­ntes tienen potencialm­ente el mismo electorado: el de la indignació­n social y el hartazgo con la política tradiciona­l. Bajo esta óptica suena lógico que de cara al 2018 ahora las dirigencia­s nacionales quieran no menos, sino más independie­ntes. El objetivo parece claro: no dejarle ese electorado solo a López Obrador.

El fin de semana López Obrador dijo que los candidatos independie­ntes “no son nada, representa­n la nada”. En PAN, PRI y PRD hay quienes piensan justo lo contrario. M

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