El cambio según Francisco
Hay quien piensa que el papa Francisco está iniciando una gran revolución en la Iglesia católica. Otros creen que se trata de reformas menores de tipo pastoral, más que doctrinales. En medio de estas posturas, existen muchas otras acerca de lo que quiere y puede alcanzar este pontífice. El inicio, esta semana, de la 14 Asamblea Ordinaria del Sínodo de Obispos, para tratar los temas relacionados con “la vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo”, es una gran oportunidad para saber qué es lo que realmente está cambiando en la Iglesia católica. No es todo lo que está sucediendo dentro de esa institución religiosa, pero ciertamente es un ejemplo significativo de los alcances que tendrá la reforma pastoral que visualiza el papa actual, si acaso las resistencias no son mayores a su voluntad.
El papa ha estado abogando por una Iglesia más compasiva, misericordiosa. Para ello, comparó a la Iglesia con un hospital de campaña, es decir en plena batalla. Sugirió que la institución se dedicara a lo más importante, que es curar las heridas graves, en lugar de estar exigiendo a la feligresía el cumplimiento de normas difíciles de cumplir. Ejemplo de ello fueron los decretos que publicó hace algunas semanas para acelerar los procesos de nulidad matrimonial y disminuir sus costos. Pero como a eso se le empezó a llamar “el divorcio católico”, la reacción inmediata del papa fue recordar a todo el mundo que la Iglesia no acepta el divorcio bajo ninguna forma. En suma, que no debemos confundir la misericordia con el cambio doctrinal.
Al inaugurar los trabajos del sínodo este domingo, Francisco recordó, con el Evangelio, que “lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”. Pero al mismo tiempo, que “el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado”. En suma, que la católica debe ser una Iglesia “que no señala con el dedo para juzgar a los demás, sino que — fi el a su naturaleza como madre— se siente en el deber de buscar y curar a las parejas heridas con el aceite de la acogida y de la misericordia; de ser ‘hospital de campo’, con las puertas abiertas para acoger a quien llama pidiendo ayuda y apoyo; de salir del propio recinto hacia los demás con amor verdadero, para caminar con la humanidad herida, para incluirla y conducirla a la fuente de la salvación”.
No parece demasiado, el pedir un poco de compasión a la Iglesia. Sin embargo, para algunos eso es inaceptable. Y no sé si eso sería una revolución o una reforma, tan pasajera como este papado. Pero si se logra, quizás le cambie la cara al catolicismo, aunque sea momentáneamente. m