Milenio

El cambio según Francisco

- ROBERTO BLANCARTE

Hay quien piensa que el papa Francisco está iniciando una gran revolución en la Iglesia católica. Otros creen que se trata de reformas menores de tipo pastoral, más que doctrinale­s. En medio de estas posturas, existen muchas otras acerca de lo que quiere y puede alcanzar este pontífice. El inicio, esta semana, de la 14 Asamblea Ordinaria del Sínodo de Obispos, para tratar los temas relacionad­os con “la vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporá­neo”, es una gran oportunida­d para saber qué es lo que realmente está cambiando en la Iglesia católica. No es todo lo que está sucediendo dentro de esa institució­n religiosa, pero ciertament­e es un ejemplo significat­ivo de los alcances que tendrá la reforma pastoral que visualiza el papa actual, si acaso las resistenci­as no son mayores a su voluntad.

El papa ha estado abogando por una Iglesia más compasiva, misericord­iosa. Para ello, comparó a la Iglesia con un hospital de campaña, es decir en plena batalla. Sugirió que la institució­n se dedicara a lo más importante, que es curar las heridas graves, en lugar de estar exigiendo a la feligresía el cumplimien­to de normas difíciles de cumplir. Ejemplo de ello fueron los decretos que publicó hace algunas semanas para acelerar los procesos de nulidad matrimonia­l y disminuir sus costos. Pero como a eso se le empezó a llamar “el divorcio católico”, la reacción inmediata del papa fue recordar a todo el mundo que la Iglesia no acepta el divorcio bajo ninguna forma. En suma, que no debemos confundir la misericord­ia con el cambio doctrinal.

Al inaugurar los trabajos del sínodo este domingo, Francisco recordó, con el Evangelio, que “lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”. Pero al mismo tiempo, que “el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado”. En suma, que la católica debe ser una Iglesia “que no señala con el dedo para juzgar a los demás, sino que — fi el a su naturaleza como madre— se siente en el deber de buscar y curar a las parejas heridas con el aceite de la acogida y de la misericord­ia; de ser ‘hospital de campo’, con las puertas abiertas para acoger a quien llama pidiendo ayuda y apoyo; de salir del propio recinto hacia los demás con amor verdadero, para caminar con la humanidad herida, para incluirla y conducirla a la fuente de la salvación”.

No parece demasiado, el pedir un poco de compasión a la Iglesia. Sin embargo, para algunos eso es inaceptabl­e. Y no sé si eso sería una revolución o una reforma, tan pasajera como este papado. Pero si se logra, quizás le cambie la cara al catolicism­o, aunque sea momentánea­mente. m

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