EU quiere evitar que China imponga reglas de economía mundial
La firma en Atlanta del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) entre Estados Unidos y otros 11 países —incluidos México, Chile y Perú— supone no solo un triunfo económico, sino también geopolítico para el presidente Barack Obama. Además de EU, México, Chile y Perú, también han firmado este acuerdo comercial Australia, Brunei, Japón, Canadá, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur y Vietnam, tras cinco años de negociaciones.
Juntos representan 40% de la economía mundial, 30% de las exportaciones globales y 25% de las importaciones. Y abarcan a 800 millones de consumidores, el doble que la Unión Europea.
El acuerdo no solo crea la mayor zona económica del mundo, sino que logra la meta de Obama de aumentar la influencia de EU en Asia y contrarrestar el peso de China.
Según expertos, un fracaso de las negociaciones hubiera tenido consecuencias negativas para el liderazgo de EU en la región, para la promoción de reformas del mercado en economías emergentes y para el futuro de la agenda comercial.
“Simbólicamente es un gran paso porque muestra que aún es posible alcanzar acuerdos comerciales de gran envergadura”, afirma Juan Carlos Hidalgo, experto del Instituto Cato, quien considera, sin embargo, que en la práctica el pacto va a tener “un alcance muy limitado. Así como los opositores de estos acuerdos le achacan todo tipo de males y plagas a la firma de estos tratados, tampoco podemos caer nosotros en lo contrario, en decir que estos acuerdos son una panacea o que va a venir a potenciar de una manera significativa las economías de los países latinoamericanos”.
El acuerdo tiene aún que ser ratificado por cada estado miembro.
El Congreso de EU aprobó en junio una ley que le daba autoridad a Obama a negociar por la vía rápida acuerdos comerciales, que deben ser refrendados por el Congreso pero sin posibilidad de introducir enmiendas.
Evan Ellis, experto en relaciones China y América Latina del Centro de Estudios Hemisféricos de Defensa William J. Perry, opina que la firma del acuerdo es “un gran logro no solo para Estados Unidos, sino también para la región del Pacífico” al establecer un estado de derecho y reglas claras sobre competencia y propiedad intelectual, pero cree que en un futuro se debería incluir a China, “un actor demasiado importante para quedarse fuera de esto”. m