Trepadores y apegados al dinero
Dice el papa que hay algunos sacerdotes y obispos que son “trepadores y apegados al dinero”. Para estar seguro de qué quiso decir eso, veo el texto original, en italiano, el cual dice que hay “sacerdoti e
vescoviarrampicatori e attaccatiaisoldi”. Para no equivocarme con su significado, consulto el diccionario de ese idioma, el cual señala en la entrada “arrampicarsi”: “subir aferrándose (por ejemplo al árbol)”. Veo que también significa: “buscar sostenerse a una tesis a todo costo, con razones no convincentes”. En suma, que quizá el papa Francisco se está refiriendo también a todos aquellos que, desde una postura fariseica, desde la comodidad de sus mansiones y residencias lujosas, de sus camionetas y choferes, de sus prebendas, le niegan a muchos la misericordia de la Iglesia. Pero de la misma manera a quienes desde esa postura cómoda y de privilegio se niegan a ser servidores de los demás.
Estos trepadores y codiciosos sacerdotes y obispos, “en vez de servir, se sirven de la Iglesia” y la vuelven “affarista”, es decir, como si fuera un negocio, y también “tibia”, “encerrada en sí misma” con su manera cómoda de vivir y “su estatus sin honestidad”. Dando el contraejemplo de sacerdotes o religiosas que han estado toda su vida predicando en el Amazonas o sirviendo en un hospital africano, el papa Francisco termina por advertir de los peligros de una doble vida que desafortunadamente muchos sacerdotes y obispos viven: Sálvenos señor, afirmó, “de las tentaciones, de estas tentaciones que en el fondo son tentaciones de una doble vida: me hago ver como el ministro, como el que sirve, pero en el fondo me sirvo de los demás”.
Es la primera vez, que yo sepa, que el papa se expresa de manera tan directa acerca de sacerdotes y sobre todo de obispos de la Iglesia. Y lo hace con la legitimidad del que, pudiendo dormir en un palacio (el apostólico), lo hace en una sencilla recámara de la pensión de Santa Marta, de aquel que pudiendo viajar en lujosa camioneta siendo arzobispo de Buenos Aires, prefería tomar el metro. El papa sabe que la mejor enseñanza es el ejemplo.
¿Están los obispos mexicanos listos para convertirse en servidores, como lo propone el papa? ¿Aguantarían una auditoría de los bienes de los cuales disfrutan, en algunos casos, como verdaderos magnates? ¿Podrían dar cuenta de los lujos que tienen y en muchas ocasiones hasta ostentan? Me atrevo además a formular una hipótesis: son precisamente los obispos que con mayor fuerza se oponen a las reformas del papa, aquellos que más gozan de un estilo de vida privilegiado. Vea usted a su alrededor.