Milenio

Cerdos capitalist­as y perros comunistas se gustan, pero no son novios

- JAIRO CALIXTO ALBARRÁN jairo.calixto@milenio.com www.twitter.com/jairocalix­to

Entre los izquierdos­os como entre los derechosos, el respeto a la mota ajena no es la paz. Por eso los extremos siempre terminan por tocarse con fruiciones onanistas pero estalinist­as. A partir de la decisión de la Tremenda Corte sobre la mariguana, tanto la extrema izquierda como la extrema derecha han encontrado un espacio en común en la lucha combativa contra esa yerba del demonio tan nociva.

Entre los cerdos capitalist­as y los perros comunistas hay más afinidades de las que se piensan y, en este caso, los más acabados representa­ntes de cada rama de la historia recurren prácticame­nte a los mismos argumentos inspirados en El manual de Carreño y el Catecismo del Padre Ripalda. Los primeros alegan que será el ocaso, el fin de la civilizaci­ón, el comienzo de la decadencia y el Armagedón, olvidándos­e así del libre mercado y acusando a los impulsores de la despenaliz­ación de querer proveer de mota a los intelectua­les progres que están ávidos por fumarse un porro cada diez minutos. Por el otro lado están los herederos del comunismo primitivo, que sostienen que este supuesto aliviane de las autoridade­s es en realidad un plan macabro para zombificar a toda la población y así más fácil poderlos controlar para que acaben de saquear a la patria porque allí están, esos son, los que chingan la nación.

Es lo que les digo, si no la controlan, no la fumen.

Con razón el licenciado Peña llama a un gran debate nacional sobre la legalizaci­ón de la mariguana, no sin antes aclarar, para que no se confundan, que él está en contra.

Todo indica que a nuestros comentócra­tas no les han servido de nada las docenas de debates que ha habido al respecto de la mística yerbosa ni la informació­n científica disponible ni los ridículos del prohibicio­nismo. Al parecer, tanto derechosos como izquierdos­os, para instruirse en la materia a fuerza de prejuicios y lugarazos comunes, abrevan en las películas de los hermanos Almada, la filosofía de la señorita Laura y los fundamento­s marcartyst­as-leninistas.

Ya nada más falta que digan que la mota te pone peor que el líder del PRI en Aguascalie­ntes, que fue agarrado borracho y, ya en el éxtasis, renunció al puesto. Seguro estaba mariguano, pues pudo haber dicho que creía que se le había adelantado la Feria de Aguascalie­ntes’n y le hubieran perdonado todo.

Sí, luego van a decir que quienes cavan esas narcofosas a destajo en Guerrero y Morelos tienen su espíritu alterado de tanto jalarle las patas al diablo.

Esto no se arregla con un debate, sino con una lobotomía. m

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