La otra cara de Matías Almeyda
Habrá tiempo para hablar, en los próximos días, de la selección mexicana de futbol que dirige ya Juan Carlos Osorio. Hoy quiero escribir sobre Matías Almeyda, el entrenador de las Chivas. La semana pasada, cuando los rojiblancos consiguieron quedarse con el título de la Copa MX, lo hice reconociendo el buen aporte del argentino que llegó al futbol mexicano hace dos meses apenas, muy cuestionado y generándole muchas críticas al propietario del equipo, Jorge Vergara.
La Copa MX que ocupa ya un espacio en las vitrinas de las Chivas es historia. Hoy debe ocupar toda la atención de los integrantes de uno de los dos equipos de futbol más populares de este país, nuevamente, el terrible problema del descenso.
Y es que no sólo no lo han librado, sino que están tan hundidos en él como lo estaban con el anterior entrenador, José Manuel de la Torre. Los números de Matías Almeyda en la Liga MX van a la baja. De siete partidos que ha dirigidos ganó los 3 primeros… Luego perdió con los Pumas, empató con el Puebla y el Pachuca y volvió a perder, ahora contra Dorados, el rival más débil de toda la competición. De los últimos 12 puntos que han disputado sólo han obtenido 2.
Tienen las Chivas dos partidos pendientes en este torneo: contra el Atlas y contra Santos Laguna. La Liguilla, que el torneo pasado les fue accesible llegando hasta las semifinales, ahora se les negó.
Pero lo más importante es que, al menos la noche del sábado pasado en Culiacán, concretada la derrota, Matías perdió los estribos, la coherencia, la calma y lucidez que había exhibido.
En lugar de ser autocrítico y reconocer que regaló el primer tiempo con un pésimo planteamiento, de asumir que, otra vez, le faltó manejo de partido, se fue contra los árbitros diciendo una insensatez total como la de que el juego debería de repetirse. Forzó también un saludo de mano con el cuarto árbitro, al que terminó jaloneando y se quejó y se quejó por agravios que nadie vio.