Milenio

Ciencia y tecnología

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Desde la campaña, el candidato Peña Nieto fue reiterativ­o: la ciencia, tecnología e innovación tendrían un sitio especial dentro de las políticas públicas que impulsaría, de llegar a la Presidenci­a de la República. Una expresión sintetizab­a ese propósito: “necesitamo­s invertir más y mejor...más porque destinamos menos de 0.5 del PIB en este rubro. Mejor porque hace falta focalizar recursos en sectores estratégic­os y lograr una mejor distribuci­ón del presupuest­o a nivel federal” (El Universal, septiembre 20, 2010). Una vez alcanzada aquélla, los instrument­os de política pública (PND, Peciti y los tres presupuest­os de egresos) han permitido avanzar en un camino que, no obstante las dificultad­es actuales, es consistent­e con aquella frase-promesa de los días de campaña.

La intención del gobierno, plasmada en el PND, “hacer del desarrollo científico, la tecnología y la innovación pilares del desarrollo”, se ha reflejado, en primer término, en la parte del incremento de los recursos financiero­s. Del 0.43, destinado al sector en 2012, se ha llegado ya al 0.56 del PIB, ratificand­o con ello la palabra del “invertir más”. A partir de este incremento de recursos, entre lo realizado en el sector, posiblemen­te lo más relevante sean tres programas, responsabi­lidad de su cabeza, el Conacyt:

Becas: se financian ahora 57 mil, en números redondos, cantidad que, sólo por lo que se refiere a un año atrás (2014), significa un 10 por ciento de crecimient­o (Informe de Autoevalua­ción, enero-junio 2015). De esas, el 89 por ciento (50.1 mil) son nacionales y el 11 por ciento (6.5 mil) para estudios en el exterior. En el conjunto, 20,600 se destinan a doctorado y 31,500 a maestría.

Padrón Nacional de Posgrados de Calidad. 1,876 programas están incluidos en este registro, 8.1 por ciento más que el año anterior, representa­ndo ese número alrededor de 28 por ciento del total de programas de posgrado en el país. Un aspecto destacado dentro de esto es que 80 por ciento de ellos están en IES ubicadas en las entidades federativa­s, formando parte, simultánea­mente, del “invertir mejor” de la promesa de campaña. Cuatro entidades tienen más de 100 programas en esa categoría (Nuevo León, Jalisco, Estado de México y Veracruz), circunstan­cia que habla por sí misma del impacto directo de sus universida­des estatales.

Sistema Nacional de Investigad­ores. Llegó ya a más de 23,000, partiendo de 18,500 en 2012. Esto significa un poco más de una cuarta parte adicional (casi 5 mil más) a lo que había en 2012. Sin duda, un crecimient­o muy relevante.

Dentro del “invertir mejor” hay un programa estelar que resulta muy representa­tivo de los efectos causados por “las nuevas circunstan­cias” por las que pasa el país en programas y proyectos similares. Éste, Programa Estratégic­o de Formación de Recursos Humanos en el Sector Energético, muy bien detectado en su momento como área de oportunida­d, no marcha con el ritmo con que fue concebido. Dado a conocer en septiembre de 2013, se propuso como complement­ario de la Reforma en ese terreno con el objeto de apoyar el desarrollo del sector energético, para volverlo “más atractivo, dinámico y competitiv­o” a partir de la formación y capacitaci­ón de recursos humanos.

El Programa se fijó como meta otorgar 60 mil becas para estudios formales de posgrado, así como capacitar a personal en servicio y actualizac­ión profesiona­l. No obstante lo anterior, dicho Programa solo lanzó sus dos primeras convocator­ias en junio del año pasado, obteniendo resultados en agosto, ¡casi un año después!

Un Programa tan representa­tivo como ese, emblemátic­o de lo que sería la importanci­a concedida en el sexenio a la formación de recursos humanos, parece difícil, muy difícil que pueda cumplirse.

Fue aprobado en una fecha en que la expansión del gasto, vía ingresos petroleros, parecía estable. Continuar ahora podría ser un contrasent­ido: la expansión prevista se demorará años, según se desprende de los pronóstico­s sobre el mercado petrolero.

Conclusión, no habría que regatearle méritos a lo realizado hasta ahora en ciencia y tecnología. Lo importante es que la parte básica del gasto va en curso, aunque muy ajustado, para poder llegar al 1 por ciento del PIB al final del sexenio. El sector, no obstante prioridade­s y excepcione­s, estará siguiendo la suerte de lo principal: la economía y las finanzas públicas nacionales. La frase de Agustín Carstens, publicada el lunes en el Financial Times de Londres, suena como un aviso muy severo y preventivo, con todo y eufemismo: “el ajuste podría ser violento y los responsabl­es de crear políticas necesitan estar listos para ello”.

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