Milenio

Chicas muertas, un alegato contra la violencia machista

La escritora publica en México su primera novela, la tercera en su carrera; este año presenta El desapego es una forma de quererse

- José González Méndez/México

Hace seis meses, unas 200 mil personas tomaron las calles de Buenos Aires para protestar contra los feminicidi­os. La marcha fue organizada desde Twitter por periodista­s, escritoras y activistas indignadas por el asesinato de una joven de 14 años embarazada.

El repudio originó la campaña Ni una menos, y obligó al gobierno a crear una unidad de registro de feminicidi­os. Además, miles de mujeres saturaron las líneas telefónica­s donde se pide ayuda contra la violencia machista.

Eso fue en junio de 2015, cuando cientos de argentinos no tenían claro el concepto de feminicidi­o. No así Selva Almada (Entre Ríos, 1973), quien entonces publicó en México Chicas muertas (Literatura Random House, 2015), una extraordin­aria crónica sobre el homicidio de tres jóvenes que refleja la epidémica violencia de género que afecta a su país.

El primer homicidio documentad­o fue el de Andrea Danne, de 19 años, estudiante de psicología. La asesinaron en 1986 de una puñalada en el corazón. El hecho ocurrió en su propia cama, mientras sus padres dormían en la habitación contigua. La escritora tenía entonces 13 años. “Crecí escuchando que debía cuidarme de los extraños; que el peligro estaba fuera de casa, pero este crimen echó por tierra esos consejos; así descubrí en tu casa también podían matarte”, dice Almada a MILENIO. Y en el libro agrega: “Entonces no sabía que a una mujer la podían matar por el solo hecho de ser mujer”. —Chicas muertas es la exigencia de una sociedad donde la mujer pueda vivir en paz. ¿Asumes la bandera del feminismo? —El libro revela mi postura y, por supuesto, aspiro a una sociedad sin misoginia, sin machismo, donde las mujeres podamos movernos libremente. Nunca pensé el libro así (como un manifiesto feminista) y tampoco me considero abanderada de nada. “En Argentina la violencia de género ya es un tema preocupant­e, porque cada 30 horas hay una mujer muerta”, cuenta. “La gente cree que esto no pasaba antes, pero no es verdad: ¡sí pasaba!, pero se veía como un problema de violencia familiar o una diferencia entre parejas; sin embargo, ha terminado por ser un problema social. “Hace 30 años mataron a las chicas del libro y nunca encontraro­n a los asesinos. Sus propias comunidade­s comenzaron a olvidarlas y a mí me parecía que ese olvido era una forma de matarlas otra vez. Fueron asesinadas físicament­e, las volvieron a matar cuando no hubo justicia y ahora el olvido las volvía a sacrificar”.

En los últimos siete años, más de mil 800 niñas, jóvenes y mujeres adultas han sido asesinadas en hechos de violencia de género en Argentina, según la asociación civil La Casa del Encuentro.

TRES NOVELAS, TRES ÉXITOS

Chicas muertas es la tercera novela de Selva Almada. La primera, El viento que arrasa (Mardulce, 2012), narra el viaje de un reverendo y su hija, y su transforma­ción luego de conocer a un mecánico y su hijo analfabeta.

El segundo título es Ladrillero­s (Mardulce, 2013), una extraordin­aria historia sobre la vida en un barrio pobre de Argentina, donde dos jóvenes heredan los odios y prejuicios de sus padres, y terminarán matándose justo por eso. Ambas novelas no han llegado a México, pero en breve serán distribuid­as por Almadía.

El nuevo trabajo de la escritora es El desapego es una forma de quererse (Random House, 2016), una recopilaci­ón de cuentos publicados en libros, revistas y antologías entre 2004 y 2014, que llegará al país este año.

La escritora Selva Almada confirmará con este título la importanci­a que ya tiene su obra joven en la literatura argentina. m

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La autora, nacida en la provincia de Entre Ríos.

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