Molenbeek, barrio de Bruselas convertido en bastión yihadista
El extremismo musulmán ha hecho de este suburbio su fuente para captar a jóvenes que se sienten marginados y viven en la pobreza, a los que les prometen un mejor futuro si se les unen
Molenbeek es el barrio que, según la policía belga, se ha convertido en la cantera de yihadistas. En ese lugar, al noroeste de la capital belga, se han refugiado terroristas que participaron en los atentados de Madrid, París y Bruselas.
Patrullajes constantes, retenes de identificación, redadas y hasta enfrentamientos constantes entre agentes y sospechosos son el pan de cada día de este barrio habitado prácticamente solo por musulmanes.
Cifras del Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización y la Violencia Política (ICSR, por sus siglas en inglés), con sede en Londres, señalan que Bélgica posee la tasa más alta de combatientes en Siria e Irak que cualquier otro país de Europa.
De hecho, las autoridades belgas creen que cerca de 300 combatientes salieron de su territorio para sumarse al Estado Islámico (EI). Analistas explican que Bélgica tiene una alta tasa de desempleo juvenil en comparación a países similares y cuenta con una población musulmana —de origen norafricano— que se siente marginada.
Este barrio empezó a prosperar a finales del siglo XVIII a causa de la revolución industrial. Su vinculación con la industria del acero durante la historia convirtió a Molenbeek en uno de los principales destinos para la inmigración y a partir de los años 70 del siglo XX, empezó a recibir a ciudadanos del norte de África, sobre todo de Marruecos.
Con el paso de los años, la prosperidad se vino abajo y hoy, son los hijos y los nietos de aquellos marroquíes los que están sufriendo los efectos de esa reconversión y de la crisis. El 45% de los jóvenes de Molenbeek está desempleado, según un reportaje del XL-Semanal.
Sus jóvenes habitantes no tienen futuro económico, no se sienten belgas ni marroquíes y se convierten así en un blanco fácil para los reclutadores del yihadismo. Es el motivo por el cual Bélgica es el país de la Unión Europea con más yihadistas per cápita.
El barrio está tan estigmatizado que aquellos que lo habitan, y que nada tienen que ver con el terrorismo, cuestionan que a todos se les mida con la misma vara.
“Es absurdo pensar en que Molenbeek todos somos terroristas. La prensa, los medios de comunicación son muy injustos e irresponsables porque aquí hay mucha gente de bien que nada tiene que ver con los violentos; gente que a diario sale de su casa para ir a trabajar. Ser musulmán no es ser terrorista”, señala Abdul en conversación telefónica.
El joven de 26 años explica que en su barrio “a diario nos sentimos perseguidos. La policía hace patrullajes constantes, identificaciones que molestan a los que no hacemos nada, pero son cosas con las que se tiene que aprender a vivir porque no hay de otra. Eso sí, por mucho que se diga, yo no me iré de aquí porque está es mi tierra. Aquí he nacido”, añade en un español apenas entendible.
El ICSR publicó a principios de este año su informe sobre 2014. De los 20 mil extranjeros que combaten en Siria, cuatro mil son europeos. Aunque son superados en número por franceses, alemanes y británicos, en proporción los belgas son los más numerosos, unos 440, es decir, 40 yihadistas por cada millón de habitantes. El 6% de la población es musulmana. El porcentaje en Bruselas asciende al 25.5% (más de 250 mil personas).
Los expertos estiman que en solo 15 años, el porcentaje de musulmanes bruselenses puede ser de 50% o más. Es el colectivo que más crece. Hace cinco años, el nombre más común para los recién nacidos era Mohamed. Solo en Molenbeek hay 21 mezquitas. Una de ellas es la más grande del país y acoge a un millar de fieles cada semana.
Las redes sociales son el principal vehículo de captación por parte del yihadismo. El mensaje es claro: “En Bélgica no eres nadie, pero en Siria puedes ser un guerrero”. Esto, sumado al rechazo de un porcentaje de población belga de origen cristiano (flamencos y franceses) y a la presencia de imanes cada vez más radicales, es lo que empuja a muchos jóvenes musulmanes a viajar a Siria e Irak: núcleo del yihadismo mundial, formarse, y convertirse en terroristas en potencia, listos para actuar.
De este barrio salieron terroristas, conocidos por los servicios de inteligencia, como Abdessatar Dahmane, de origen tunecino, quien mató a Ahmad Sah Masud, un líder afgano opositor a los talibanes.
Los supuestos cerebros del atentado del 11 de marzo de 2014 en Madrid, Hassan El Haski y los hermanos Mimoun y Youssef Belhadj, también residían en ese barrio. Mehdi Nemmouche, el francés de origen argelino que atentó contra el museo Judío de Bélgica el 24 de mayo de 2014, preparó sus ataques en Molenbeek.
En cuanto a los terroristas que participaron en los ataques en Bruselas del pasado martes, que dejaron 31 muertos, los hermanos El Bakraoui y que se inmolaron en dichos atentados también habrían crecido en este lugar, así como Najim Laachraoui, el hombre que logró escapar tras organizar los mortales saltos al aeropuerto y estación de metro de la capital belga.