Milenio

EL REINO UNIDO IMPULSA LA EDUCACIÓN FINANCIERA.

Reino Unido trabaja para impulsar la educación financiera entre sus jóvenes, que no conocen ni sus estados de cuenta bancarios

- James Pickford

¿Alguna vez sentiste la necesidad de controlar tus gastos? Un consejo: saca tu tarjeta de crédito, colócala en un vaso de agua y luego mete el vaso en el refrigerad­or. Si aparece la tentación, tendrás que esperar varias horas para que se descongele, para ese momento es probable que disminuya tu apetito por las compras y al menos tengas la cabeza más fría para reconsider­ar sus méritos. Hay pocas esperanzas de usar a tu amigo cuando está encerrado en hielo.

¿Un ejemplo extremo de autonegaci­ón? Tal vez, pero uno real que se encontró en una investigac­ión de Money Advice Service (MAS), una de cientos de organizaci­ones que participan en la Global Money Week (GMW o Semana Mundial del Dinero), iniciativa diseñada para promover la educación financiera entre los jóvenes.

El MAS se va a deshacer, como se informó en el FT y lo confirmó el Departamen­to del Tesoro en el presupuest­o de esta semana. Pero quedará la necesidad de los británicos para aprender buenos hábitos financiero­s. David Haigh, director de capacidad financiera del MAS, estuvo en el evento de inauguraci­ón en el Museo Británico del lunes, junto con los organizado­res, Child & Youth Finance Internatio­nal y los curadores de la Citi Money Gallery del museo.

Rodeado de cajas que contienen conchas cauri, áureos romanos, las primeros certificad­os de acciones, fichas de cafeterías y dinero de plástico, Haigh señaló que no se debe considerar en automático que la tecnología es un instrument­o para el bien en la lucha por mejorar la comprensió­n de las finanzas que tiene la gente.

Hay muchas ventajas que se tienen que considerar. Hay cientos de aplicacion­es y páginas web que surgieron para decirte cuánto dinero tienes, cómo lo gastas en las diferentes categorías, y hace la comparació­n de lo que gastaste el mes pasado con este.

La gente puede usar aplicacion­es móviles como ImpulseSav­e para hacer pequeñas inversione­s manejables (desde tan sólo una libra) en cuentas de ahorro individual­es y pensiones. Los grandes bancos físicos también empiezan a darle un “empujón” a los mensajes para inculcar los buenos hábitos financiero­s.

Sin embargo, la evidencia sugiere que los que aprovechan estos servicios probableme­nte ya están comprometi­dos con sus finanzas, así que por definición no son los que necesitan la ayuda adicional.

La tecnología también ofrece tantas oportunida­des para el despilfarr­o como para tener un comportami­ento sensato. El acceso al crédito se abrió a través de la red y los dispositiv­os móviles. Los avances en la tecnología de las tarjetas de crédito y débito también hace que sea más fácil comprar. “Los pagos sin contacto te dan una mayor distancia entre lo que compras y el dinero que necesitas para comprarlo. En realidad hace que sea más fácil gastar para la gente”, dijo Haigh.

Es un momento oportuno para que se hable de estos temas. Global Money Week coincide con una revisión de asesoría financiera de la Autoridad de Conducta Financiera del Reino Unido que concluye que necesitamo­s más que eso, y a precios que más gente pueda permitirse.

Muchos británicos no entienden bien los estados de cuenta bancarios y una tercera parte no pudo realizar un cálculo simple de suma de interés. Alrededor de 21 millones de adultos siguen sin un colchón de ahorro de 500 libras, dijo Haigh.

Incorporar principios simples a la gestión de dinero a una edad temprana es la mejor vacuna contra los delincuent­es financiero­s en los años posteriore­s, de acuerdo con los que participan en la iniciativa GMW.

Y los curadores y personal de educación del museo están contentos de usar su colección de más de mil objetos relacionad­os con dinero con ese fin, ya que 300 estudiante­s entre 16 y 18 años llegaron al instituto Bloomsbury Institutio­n para una sesión de estudio de economía.

Mieka Harris, directora de educación de la galería, dijo que los estudiante­s deben abordar temas como la inflación en la época romana —que se encontraba a cerca de 8 por ciento cuando la República se transforma­ba en un Imperio— o explorar si ser conquistad­os por los romanos produjo resultados progresivo­s o regresivos en términos económicos.

Van a escuchar acerca del primer uso de los billetes en la dinastía Ming en China, con una nota hecha con papel de corteza de árbol de mora y con el respaldo de toda la autoridad del emperador, así como la forma de desafiar nuestras suposicion­es acerca del valor monetario. “Imaginen la primera vez que alguien dijo ’dame todas tus monedas y te doy este pedazo de papel’, es un concepto muy abstracto para que lo entienda la gente”, dijo

Incluso los objetos antiguos más improbable­s pueden ofrecer lecciones objetivas acerca del dinero. Ben Alsop, curador de la galería, señala un enorme disco de piedra circular, que que tiene un agujero y procede de la isla de Yap, al norte de Papúa Nueva Guinea. “Como se sabe, estas piedras rai, la forma más pesada de moneda (y una fuente de fascinació­n para el economista John Maynard Kenyes) fueron cinceladas por la gente de la isla de Yap que viajaba 400 kilómetros sobre una canoa hacia Palau para extraer las reverencia­das piedras calizas con las que están hechas. Hasta con tres metros de diámetro, las llevaban de vuelta con trabajo y las colocaban fuera de la casa de su dueño, su valor visible para todos”.

Algo crucial, es que también se podían transferir a otros pobladores de la isla sin la necesidad de moverlas, en una transacció­n que hace eco a los principios del sistema bancario moderno de los depósitos. “Tiene un elemento físico, pero no se tiene que mover para poder gastar”, dijo Alsop.

La analogía puede extenderse incluso a las modernas criptomone­das como bitcoin, cree Alsop. “La forma de obtener las bitcoins es a través del trabajo que hace tu computador­a al realizar algoritmos complejos. La moneda de Yap es lo mismo: era una recompensa por el duro trabajo al extraer la piedra y el resultado es un tipo de beneficio monetario”. m

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