La función del noticiario
Dan Rather fue un periodista de Estados Unidos. En su programa 60 Minutos, hizo públicos algunos de los momentos más trascendentes en la historia de su país: el asesinato de Kennedy y el caso de Watergate, por ejemplo. Rather, sin embargo, vivió su propio escándalo, su “Rathergate”. Y de esto trata Conspiración y poder, película estelarizada por Cate Blanchet y Robert Redford que gira en torno a los “documentos Killian”, usados en 60 Minutos para tratar de demostrar que George W. Bush había usado sus influencias familiares para evadir el servicio en Vietnam.
Conspiración y poder está contada desde el punto de vista de Mapes, productora del fatídico programa que enterró la reputación de Rather. Hay en la obra reflexiones interesantes con respecto a la ética del periodista y el papel que juega en las democracias del mundo. Por una parte es cierto que los documentos presentados en aquel programa no fueron tratados con rigor periodístico; por otro lado, los republicanos se aferraron a un error de producción para no ver lo que había de fondo, una investigación en la cual muchos coincidían en la existencia de tráfico de influencias en la Casa Blanca. Qué novedad.
¿En qué se han convertido los noticiarios en este siglo? Esta es la pregunta de fondo. Para responderla es necesario compararlos con los noticiarios de antaño. Durante una de las escenas climáticas, Robert Redford llama por teléfono a su productora. Dan Rather dice a Cate Blanchett que antes de 60 Minutos los noticiarios no estaban pensados para ganar dinero. “La televisión era una concesión del pueblo”, afirma el periodista, “de modo que antes de nuestro programa, la obligación de los periodistas era informar no entretener”. Vale la pena pensarlo un poco pues en el momento en que los noticiarios se volvieron programas de entretenimiento la información en sí misma se desvirtuó: la gente comenzó a perder de vista el fondo de temas como la legitimidad moral de sus gobernantes, en parte porque los periodistas comenzaron a perseguirse en el tenor de vedettes que se atacan entre sí para llamar la atención del público. En resumen: cuando las noticias se hacen para entretener, la gente las ve ahí donde le dicen lo que quiere escuchar.
Conspiración y poder es la primera película de Vanderbilt. Antes trabajó como guionista en obras tan mediocres como La caída de la Casa Blanca . Con todo y esta experiencia en el cine más comercial, el director no parece preparado para ir más allá de sus ideas políticas y presentar este tema con más objetividad. Porque también es cierto que una noticia verdadera presentada con documentos falsos se desvirtúa por completo. Tengo la impresión de que el director se vio maniatado por la autora del libro original, la propia Mary Maples, culpable del escándalo que llevó a la ruina al periodismo de investigación en Estados Unidos. Con todo y todo, Conspiración y poder está bien actuada y ofrece la posibilidad de una de esas charlas en que uno arregla el mundo después de una ligera función dominical.