Milenio

Viajero incondicio­nal

- Minelli Atayde/ Ciudad de México

Ya perdió la cuenta de los partidos en los que ha visto a la selección mexicana como visitante. “Más de 100”, dice cuando hace la suma de los años y el número de duelos a los que aproximada­mente ha asistido. Gabriel Galván es fiel aficionado del Tricolor, y comenzó a seguir a todos lados a la selección mexicana en el Hexagonal del 2005, rumbo al Mundial de Alemania 2006.

Todo comenzó como una aventura, la pasión por el futbol era una especie de pretexto para hacer turismo, y al final se convirtió en un objetivo. Por su puesto, al inicio fue con algunos amigos, pero éstos por diversas circunstan­cias no pudieron seguir. Algunos esporádica­mente hacen el esfuerzo para acudir a los duelos del Tricolor.

“Para el Mundial de Sudáfrica nos metimos más de lleno, y de hecho en estos viajes hemos conocido a dos o tres personas, y nos empezamos a juntar para hacer un movimiento más fuerte”.

Son pocos los que acuden a todos los choques, “el que siempre va es el Caramelo, Héctor Chávez, el que lleva el sombrero de Chihu- ahua, él lleva haciendo esto desde México 86. Nos vamos juntando con unos que van de Chapulines, de charros. Me empecé a juntar con otras personas que teníamos la misma idea. Nos unió más los partidos en los que va poca afición como Jamaica, Trinidad y Tobago o Columbus, esos son los lugares que más nos apasionan”.

—¿QUÉ PAÍS ES EL MÁS PELIGROSO?

—El Salvador es adonde vamos menos mexicanos, no llegamos ni a diez, la cuestión se pone pesada, tenemos que estar resguardad­os por militares. Recibimos mucha presión, un día ni si quiera podíamos entrar a las gradas, nos tenían en el campo hasta que llegaran los militares. Mi novia al querer ir al baño, se tuvo que quitar la playera de México, le prestaron una de El Salvador, y la tuvo que llevar un policía armado por seguridad, eso nos sacó de onda. Y tuvimos que abandonar el estadio dos horas después.

Entre los lugares que más le gustó visitar fue Nueva Zelanda, “por lo exótico”, y explica que “solo fuimos como cuatro días, casi fuimos y nos regresamos. Ahí organizamo­s una marcha de 350 personas, juntamos a todos los mexicanos y caminamos hacia el estadio”.

Gabriel apunta que a los jugadores de la selección los ven seguido en estos viajes, pues procuran hospedarse en los mismos hoteles que el equipo mexicano; claro, todo corre por cuenta propia, ya que no cuentan con un patrocinio u otra fuente de apoyo.

“Nos ubican mucho en la Federación y algunos jugadores también, aunque tienen una seguridad muy estricta por cuestiones lógicas, hemos tenido la oportunida­d de convivir un poco, pero el objetivo es apoyar. Tuvimos que comprar todo con tiempo y esfuerzo, un viaje nos sale alrededor de 25 mil pesos, se hace con mucho esfuerzo, porque no somos personas adineradas. Nuestras vacaciones giran alrededor de donde gira el Tri, aunque tenemos que ir solos por cuestión económica”.

El pasado viernes en Vancouver, ahí estaba Gabriel Galván, agrupando a varios mexicanos para que, de nueva cuenta, marcharan juntos al estadio, y la selección no le falló le hizo pasar una noche de felicidad con una victoria contundent­e.

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Gabriel Galván, en algunos de los viajes que ha realizado para apoyar a la selección mexicana

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