Milenio

Los impuestos incumplido­s

- J. JESÚS RANGEL M.

Los impuestos especiales a bebidas saborizada­s y alimentos con alta densidad calórica no han cumplido con el objetivo de combatir el sobrepeso, la obesidad y la diabetes, como se planteó para su aprobación entre el Legislativ­o. Los hábitos de consumo de la población no se modificaro­n en los últimos dos años a partir de la existencia de estos nuevos gravámenes.

Por lo mismo, se requiere evaluar la política pública en materia de salud que se implementó y, de ser necesario, corregirla o partir de cero para enfrentar el problema de la obesidad en México.

“Nosotros pedimos la creación de una mesa de análisis sobre el tema que, como reconoce la Secretaría de Salud, es complejo y multifacto­rial en donde todos debemos contribuir a su solución”, dice Lorena Cerdán, directora general del Consejo Mexicano de la Industria de Productos de Consumo (ConMéxico), que agrupa a 43 empresas líderes en los mercados de alimentos y bebidas, bebidas alcohólica­s y productos de cuidado personal y del hogar, y da empleo a 450 mil trabajador­es.

Los números dan la razón a este fracaso de la política pública. La captación de impuestos a bebidas saborizada­s pasó de 18 mil 279.7 millones de pesos en 2014 a 21 mil 393.8 millones en 2015, un incremento del 13.9 por ciento; la participac­ión fiscal de alimentos con alta densidad calórica se elevó de 13 mil 666.1 millones a 15 mil 932 millones en igual periodo, más de 13.5 por ciento.

Las cifras son positivas, claro, para la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, pero para hablar de éxito en esta política de salud, las cifras deberían ir a la baja.

Lo que sí se modificó fue el consumo en los hogares porque al aumentar de precio los productos derivados de la aplicación de estos impuestos, la gente buscó alternativ­as en productos de menor precio, aunque con contenido calórico similar. Las botanas como papas, churritos, dulces, chocolates y el mismo pan aumentaron sus ventas en el mercado informal.

Un estudio del ITAM revela que el impuesto provocó una reducción entre 6 y 10 calorías diarias, insignific­ante si se toma en cuenta que de acuerdo con la FAO la dieta promedio de los mexicanos es de 3 mil 24 calorías.

La encuesta de la Secretaría de Salud sobre el tema dice que el consumo de bebidas saborizada­s disminuyó 6 por ciento en 2014, y lo califican como un éxito de la política pública. No dicen que la baja en el consumo de calorías fue ínfi ma.

No es mala la idea de ConMéxico de emprender una serie de análisis profundos sobre el tema de cómo combatir la obesidad. Claro, los políticos dirán que no es viable políticame­nte eliminar estos impuestos, pero si el gobierno reconoce la necesidad de buscar otros caminos para enfrentar el problema de salud pública, con certeza aumentará su credibilid­ad.

Es de sabios rectificar. m

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