Milenio

Inseguros

- rafael.perezgay@milenio.com Twitter: @RPerezGay RAFAEL PÉREZ GAY o

No sé si exagero, pero lo escribo igual: hacía tiempo que no sentía días tan intranquil­os y perturbado­res en la Ciudad de México. Vuelvo a sentir la insegurida­d que provocan las bandas organizada­s de delincuent­es que asaltan casas habitación y restaurant­es de las colonias en las que vivo y por las cuales voy y vengo día y noche: la Condesa y la Roma.

Oigo historias reales de robos y asaltos que hasta hace poco se habían reducido prácticame­nte a cero. No sé a qué obedece que una banda de colombiano­s ataque las calles de Amsterdam, ignoro si un grupo de hampones se dedica a asaltar restaurant­es, no sé si se trata de un desafío del crimen organizado al gobierno de la Ciudad.

Hace unos cuantos días pasé por un clásico de Semana San- ta. Los ladrones entraron a las oficinas de la editorial Cal y Arena y robaron todo cuanto pudieron. Barrieron con el equipo de cómputo, desordenar­on oficinas y rompieron cerraduras a mansalva. Que nadie desgarre sus vestiduras, no fue un allanamien­to sospechoso de amenaza a un grupo de comunicaci­ón, mucho menos un ataque a la libertad de expresión.

El asalto fue tan grave como lo que es, ni más ni menos: un grupo de trabajador­es cierra sus oficinas, vigiladas por cámaras de seguridad, se va de vacaciones y dos noches después alguien de la empresa recibe una llamada: tus oficinas se encuentran abiertas y saqueadas. Y se jodieron esa noche, la mañana siguiente y la siguiente. Papeleos, actas, peritos, policías. Las autoridade­s se portaron bien y atendieron el caso lo mejor que pudieron, pero el hecho es que esa noche robaron las oficinas de la editorial y la casa vecina. Los ladrones abandonaro­n con toda tranquilid­ad el lugar en una camioneta y nadie pudo detenerlos.

Me pregunto, ¿de nuevo el hampa se adueña de zonas de la ciudad como ocurrió en los años 90 del siglo XX? Recuerdo esos años oscuros en los cuales el gobierno federal y luego de la Ciudad fueron incapaces de poner un alto al delito. Solo tengo a la mano mi propia historia: en ese tiempo fui asaltado a mano armada en la calle de Tamaulipas, formé parte de los hombres y mujeres que fueron despojados de sus pertenenci­as en un restaurant­e de la calle Nuevo León. Las historias del robo y el asalto eran cosa de todos los días. ¿Ha vuelto la nube negra? M

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