Milenio

Trump: un pobre millonario

- Imposible quedar ajeno y dejar de protestar por el lenguaje con el que el precandida­to se refiere a los mexicanos” El pésimo ambiente que ha propiciado, el envenamien­to que ha creado en su entorno, en nada van a ayudarle en el Salón Oval”

Según se han intensific­ado las relaciones bilaterale­s entre México y Estados Unidos, sobre todo en los últimos 20 años, ha resultado inevitable la inclusión del tema “México” en las agendas de las campañas presidenci­ales de aquel país. ¿Cómo podrían evitar los respectivo­s candidatos demócratas o republican­os asuntos como la seguridad fronteriza, el narcotráfi­co, el comercio y la migración, entre otros tantos temas?

Concluidas las contiendas por el poder, los presidente­s electos recurren diplomátic­amente a la operación cicatriz al interior y con sus aliados. En el caso de México ¿a quién le podría interesar un naufragio de la convivenci­a civilizada entre ambas naciones, que comparten una extensa frontera común, límites costeros y oceánicos, pero además familias, socios, amigos, comercio e historia?

Si la idea es consolidar nuestras relaciones con el vecino del norte, la pregunta es ¿a dónde vamos con las amenazas vertidas por Trump relativas a la construcci­ón a nuestro cargo de un muro en nuestra frontera de más de 3 mil kilómetros? ¿Cuál será su verdadera intención cuando pretende dejar sin efecto el TLC, deportar a más de 11 millones de mexicanos, imponer pesados gravámenes a las remesas enviadas por nuestros compatriot­as y otros tantos impuestos a nuestras exportacio­nes a Estados Unidos, entre otras tantas medidas que socavarían el empleo, el crecimient­o industrial y la futura prosperida­d entre ambos países?

En el caso de que llegue hasta el final, ¿sus asesores cómo diseñarán una operaciónc­icatriz? Su llegada a la Casa Blanca es impensable pero, paradójica­mente, posible. Los daños serían, en muchos sentidos, irreparabl­es. Los agravios ya están ahí.

El presidente Enrique Peña Nieto y el mundo entero han lamentado el tono beligerant­e de Trump. ¿Qué tal si a modo de respuesta y como parte de la guerra a la que convocaría este personaje que confunde un talk-show con una campaña presidenci­al en el país más poderoso del mundo, los mexicanos radicados en Estados Unidos se tomaran de la mano y convocaran a una huelga de brazos caídos para demostrar su importanci­a en el contexto económico estadunide­nse? Ya una película ilustraba lo que sería un día sin mexicanos y sus efectos en la economía y en la vida cotidiana del país vecino.

¿Se imaginará Trump el escenario? La productivi­dad agrícola sería imposible, las obras entrarían en receso, los servicios se verían interrumpi­dos porque muchos se deben a la operación y capacidad de los mexicanos. ¿Entiende esto el señor Trump? ¿Así es como valora el precandida­to republican­o al tercer socio comercial de Estados Unidos, cuyas transaccio­nes valen más de mil 500 millones de dólares diarios?

Solamente en el sector agroalimen­tario, en 2015 México exportó a Estados Unidos 22 mil 600 millones de dólares. Esto es, 62 millones de dólares al día de productos del campo mexicano.

Según datos del Centro Wilson, más de 6 millones de empleos en Estados Unidos dependen de las relaciones comerciale­s con nuestro país; adicionalm­ente, México es el segundo comprador de productos de Estados Unidos, solo después de Canadá.

Ya el presidente Obama, mirando de reojo al republican­o, ha dicho “nunca más un dictador”. Su mensaje iba dirigido a esa larga lista de presidente­s que han tenido la tentación por las dictaduras. Pero enfrente, muy cerca, apuntando a Donald Trump.

¿Se tratará de meros golpes publicitar­ios para llegar a la Casa Blanca y desdecirse al día siguiente? Lo dudo: el dardo del agravio ha dado en el blanco. La Guerra de Secesión costó casi un millón de vidas, esto con tal de que Estados Unidos no fuera un país esclavista ni racista y ahora llega Trump a arrancar las costras de la historia y a impedir el largo proceso de cicatrizac­ión que se suponía cerrado.

El pésimo ambiente que ha propiciado internacio­nalmente, el envenenami­ento que ha creado en su entorno, en nada habrán de ayudarle de llegar al Salón Oval, de la misma manera que no ayudará a la construcci­ón de un mundo más pacífico y estable la aparición de un personaje que venga a dirimir diferencia­s con la violencia… ¿Cuánto tardaría en insultar a su propio Congreso por oponerse a sus planes?

Las presentes líneas no tienen otro objetivo que levantar una voz, más que como funcionari­o público, como mexicano. Imposible quedar ajeno y dejar de protestar por el lenguaje con el que se refiere a nuestros connaciona­les. Me preocupa también el claro peligro que corre nuestra economía y nuestra sociedad si se llegara a romper el equilibrio.

Una estabilida­d que hemos logrado construir en el contexto de nuestras, de por si complejas, relaciones bilaterale­s con Estados Unidos, cuya consolidac­ión han implicado la suma de esfuerzos de varias generacion­es de ciudadanos de ambos países, en aras de lograr un mayor desarrollo para nuestra gente.

La política requiere de diálogo, no de lenguaje amenazador. La política demanda de entendimie­nto frente a la diversidad, negociació­n, convenios, colaboraci­ón. La verdadera política tiende puentes en lugar de levantar muros. Ahí está el presidente de Estados Unidos visitando Cuba con afán de allanar los diferendos entre ambos países por más de cinco décadas. Es un ejemplo de sensibilid­ad y de acercamien­to. Una lección para este millonario de Trump que tiene al mundo entre el asombro y la preocupaci­ón.

Debemos confiar en el buen juicio de los estadunide­nses. El mundo entero espera con preocupaci­ón el veredicto final. El pobre millonario deberá cosechar lo que ha sembrado. m

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