Milenio

Ni aun la lluvia

Un personaje le da con urgencia a una de sus cuñadas el de e. e. cummings, y le dice: “No te olvides de leer el poema que está en la página 112. Hizo que me acordara de ti”

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A que no habías oído de esto? —me pregunta el camaleón peripatéti­co en el cuarto donde escribo—. Al parecer las ocurrencia­s existen para ir a dar a un premio. Aunque tal vez la idea resulte divertida. Mira nada más ( Times Literary Supplement, 3/11/16): hoy 30 de marzo en el restaurant Roger la grenouille en la Rue des Grands Augustins de París se entrega un premio literario en el que todo se relaciona con el número 112; hasta el monto es de 112 euros. El Prix de la Page 112 viene entregándo­se desde el 2013 y se llama así porque los administra­dores del mismo proceden con este criterio: según ellos alrededor de la página 112 todo libro es susceptibl­e de perder energía. “El lector es propenso a abandonar el libro en la p112. Por eso la escogimos”, dicen. “Si un libro tiene una notable p112, podemos esperar que la novela en la que aparece será notable de principio a fin”. Y en efecto es un premio para novelistas pero todo surgió de un poeta; mejor dicho, de una película en la que se menciona un poema.

—Veo que los administra­dores se inspiraron en un momento de la película de Woody Allen Hannahysus­hermanas (1986). El personaje que en ella interpreta Michael Caine le da con urgencia a una de sus cuñadas, de la que está enamorado, el libro con los Poemas reunidos del estadunide­nse e. e. cummings (él prefería escribirlo todo, su nombre para empezar, con minúsculas). Le dice: “No te olvides de leer el poema que está en la página 112. Hizo que me acordara de ti”. A su vez me hace acordarme de que cuando vi la película se me ocurrió que en nuestro contexto un posible equivalent­e habría sido el de quien le da a alguien el Nuevo recuento de poemas (sí, aquel de tapas rojas publicado en 1977 por Joaquín Mortiz) de Jaime Sabines y le dice que abra el libro en la página 30 (“Los amorosos”) o en la 145 (el que empieza: “No es que muera de amor, muero de ti”). Como los administra­dores del Prix de la Page 112 en realidad utilizaron lo de cummings para luego arrinconar­lo y centrarse nada más en lo de la página señalada, me dieron ganas de hacer una versión de este poema muy antologado.

No sin un rasgo de sentimenta­lismo, vierto el poema con la página abierta (añado: la 392) en donde me lo encontré por primera vez a comienzos de los años setenta: The Pocket Book of Modern Verse. English & American Poetry of the Last 100 Years from Walt Whitman to Dylan Thomas (1955), editado por Oscar Williams. Un libro tan gastado que ya desde hace años tuve que mandarlo a encuaderna­r. De paso: Hannah y sus hermanas es una película dividida en partes tituladas; si no me equivoco, el último verso del poema de cummings da título a la parte respectiva. Sale, camaleón. algún sitio al que nunca fui, alegre más allá de toda experienci­a, tus ojos tienen su

silencio: en tu gesto más frágil hay cosas que me abarcan

o que tocar no puedo puesto que tan cercanas

tu más leve mirada me abrirá fácilmente aunque me haya cerrado yo mismo como dedos,

pétalo a pétalo me abres como abre Primavera

(con tacto hábil, misterioso) su primera rosa

o si es tu deseo cerrarme, yo y mi vida nos cerramos de modo hermoso, repentino como cuando el centro de esta flor imagina

a cada lado a la nieve caer cuidadosa nada perceptibl­e en este mundo iguala el poder de tu intensa fragilidad: textura que me apremia con el color de sus regiones,

surte la muerte y el por-siempre con cada aliento

(yo no sé de ese algún algo que hay en ti que cierra

y abre; solo hay algo en mí que entiende: más honda es la voz de tus ojos que todas las rosas) nadie, ni aun la lluvia, tiene manos tan breves m

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