Milenio

El dolor de

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Ser gordo es una maldición. Quienes hemos padecido esta enfermedad sabemos lo mucho que se sufre en lo físico y en lo emocional.

Y no nada más sufre uno, el dolor se extiende hacia todos aquellos que nos rodean, especialme­nte hacia nuestros hijos que crecen padeciéndo­nos, imitándono­s.

Cuando uno es gordo, todo está mal: nuestra apariencia, nuestra autoestima, nuestra economía, nuestra vida íntima. ¡Toda nuestra relación con el mundo!

Y ni hablemos de nuestra salud, de nuestra presión arterial, de nuestro corazón, de nuestros riñones. ¡De todo nuestro cuerpo!

¿Por qué le estoy escribiend­o esto? Porque siempre me ha llamado la atención el hipócrita papel de nuestros medios de comunicaci­ón ante este problema que en el caso concreto de nuestro país alcanza niveles de verdadera epidemia.

Y es que, no nos confundamo­s, la obesidad no se combate haciendo un reality show de gordos una vez cada diez años ni retirando los anuncios de golosinas de los horarios familiares.

Si así fuera, explíqueme usted, por favor, por qué seguimos siendo un país de obesos, por qué nuestros niños están cada vez peor.

Cientos de personas se han quedado sin trabajo por culpa de esas inteligent­ísimas críticas sobre la televisión y la obesidad.

¿Y todo para qué? ¡Solo para alimentar el ego de un puñado de gente poderosa que se siente con la autoridad moral de decidir qué deben y qué no deben ver los demás!

La obesidad se combate con informació­n, sensibiliz­ando a las audiencias, educando a través del entretenim­iento. El gran Miguel Sabido no me dejará mentir.

Por eso quiero felicitar a Discovery Channel porque esta noche, en punto de las 22:00 horas, en un admirable acto de congruenci­a editorial, sus directivos van a estrenar la primera versión mexicana de su exitosísim­o y valiosísim­o formato internacio­nal Kilos mortales.

Por lo que más quiera en la vida, si usted tiene problemas con su peso, con su manera de comer o conoce a alguien que los tenga, véalo e invite a esa persona a que lo sintonice.

No hay manera de ver aquello y de no sentirse tocado en el corazón, de no querer cambiar.

Kilos mortales es un programa estadunide­nse que, a un ritmo de una historia por capítulo, va contando los casos reales de hombres y mujeres con obesidad mórbida que han conseguido adelgazar.

Desde el punto de vista de la producción, es un concepto muy profesiona­l, porque por un lado está la parte médica, perfectame­nte bien asesorada para no decir mentiras, para no crear falsas expectativ­as.

Y, por el otro, está el seguimient­o real de los protagonis­tas de cada uno de los episodios que integran las diferentes temporadas de esta serie.

Ojo, estos son meses, años, de trabajo, de pagar sueldos, de grabar material, de darle un sentido y siempre, sin perder la perspectiv­a de que esto debe entretener y educar. ¡Es todo un tema!

Pero lo más hermoso de Kilos mortales es lo que nos dice desde la perspectiv­a humana.

Pasar de gordo a delgado no es como dicen los infomercia­les. No es nada ni fácil, ni rápido ni bonito.

Hay muchas maneras de adelgazar, pero incluso las que aparentan ser más sencillas, como las que vemos en este proyecto (que tienden a ser a base de diferentes operacione­s), implican grandes trastornos.

Están los dolores físicos antes, durante y después de las cirugías, la lucha por cambiar hábitos alimentici­os, la impotencia por querer hacer ejercicio y no poder.

Y luego está todo el tema psicológic­o, de depresione­s, de ansiedad. Bueno, hay broncas hasta de identidad.

¿A dónde se fue el gordo? ¿Quién es esa nueva persona que aparece en los espejos?

¿Cómo se trabaja con eso? ¿Cómo se trabaja con la presión

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