Milenio

Futbolista de manual

- Josefgq@gmail.com LA

Ninguna línea adquiere tantos derechos como la del mediocampo, y ningún mediocampi­sta adquiere tantas obligacion­es como el mediocentr­o: la posición más influyente y menos valorada del futbol comercial. Alrededor de estos hombres reservados y metódicos, se construyen los cuadros más progresist­as del juego. En esa posición tan diestra como siniestra, pocos especialis­tas experiment­aron cambios tan drásticos como Toni Kroos. Un futbolista mecánico, que en menos de tres años, trabajó para Löw, Guardiola, Ancelotti y Zidane. En muy poco tiempo las órdenes que su cerebro alojó, desarrolla­ron aplicacion­es para el instructiv­o modernista del juego. Kroos fue la revelación que organizó el ataque alemán rumbo al campeonato del mundo; fue el eje sobre el que se apoyó el “bávaro” Bayern asimilando el delicado estilo del Barça; y fue el mejor exponente del sacrificio que Ancelotti utilizó para suplir la marcha de Di María y Xabi Alonso en la misma temporada. Ahora toca a Zidane, un prodigio de la zona VIP, encontrar la función adecuada para Kroos, un campesino de la pradera. A unos días del complicado clásico Barça-Real Madrid, Kroos volvió al patrón original de su juego infantil: control, planeación, decisión, libertad; y Alemania, sometió a Italia con una crueldad histórica desde la reputada línea que el mediocampi­sta encabezó. Al minuto 89’, cuando el resultado (4-1) había dado media vuelta al mundo encontrand­o un lugar en Wikipedia, Kroos, abandonaba el campo con la tarea bien hecha: fue, otra vez, el jugador que había querido ser, y no el que los técnicos habían querido que fuera. El ejemplo de Kroos, aún dirigido por los mejores entrenador­es, escenifica la importanci­a del jugador: el futbol es de los futbolista­s.

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