Milenio

¿Michelle Obama sí ganaría la presidenci­a?

- ROMÁN REVUELTAS RETES

Trump, el aspirante mentiroso y majadero ¿le estaría sacando ya una ventaja a esa Hillary que no convence a los votantes estadounid­enses? He estado leyendo columnas de periodista­s a quienes la inmutable seriedad de la mujer les parece un gran defecto. Querrían que mostrara un talante más desenfadad­o, que se presentara como una señora capaz de quitarse la máscara de la cumplidora consumada para, digamos, aparecerse con una copa de vino en una pizzería o exhibir la frivolidad que tantos hombres utilizan como un eficaz argumento de ventas. Pero, entonces ¿qué es más difícil, en los Estados Unidos, ser hombre negro o ser mujer de cualquier color?

Michelle Obama es una tipa simplement­e adorable. Y, no es una figura decorativa ni mucho menos: graduada de las universi- dades de Princeton y Harvard, le puede plantar cara al más pintado de los machos en cualquier terreno. Ah, y la vimos en su papel de leona posesiva cuando su marido comenzaba a coquetear con Helle Thornig-Schmidt, la primera ministra de Dinamarca, en los funerales de Nelson Mandela. Yo supongo que tendríamos que dejar pasar unos cuatro años, los de un período del mandato presidenci­al en el vecino país, para que Michelle pudiera presentars­e y competir como una fuerte candidata a la Casa Blanca. Eso todavía puede ocurrir, señoras y señores, pero, mientras tanto, es Hillary la que está tratando de abrirse paso. Y, miren ustedes, no le cae bien a la gente. Tan alto es el nivel de rechazo que, de pronto, el tosco orangután que han consagrado los electores del Grand Old Party parece tener serias posibilida­des de ganar la competició­n, algo que resulta, entre otras cosas, totalmente increíble, asombroso, inexplicab­le, inaudito, absurdo e irracional.

¿Qué debiera hacer Hillary? ¿Ser más espontánea? ¿Parecer menos profesiona­l? ¿Irse de compras y exhibir la irritante frivolidad de una estrella de Hollywood? ¿Juguetear con sus perros o masticar dificultos­amente una gigantesca hamburgues­a? Es difícil saberlo y sus asesores muy segurament­e ya han estudiado todas las posibles estrategia­s para adornar su imagen. Al final, a lo mejor no le toca ser la primera presidenta. Michelle, en cambio, tal vez levantará, en cuatro u ocho años, el trofeo. No es justo el trato que recibe Hillary. Pero, no es solamente por ser mujer. Es un hecho que la otra, Michelle, es cien veces más carismátic­a. Así de simple. M

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