Milenio

“Gobierno y oposición todavía pueden dialogar en Venezuela”

- Por Irene Selser/Ciudad de México

La doctora Guadalupe González González es profesoraI­nvestigado­ra de la División de Estudios Internacio­nales del Centro de Investigac­ión y Docencia Económicas (CIDE), coordinado­ra e investigad­ora principal del proyecto de opinión pública y política exterior México, las Américas y el Mundo y asociada del Consejo Mexicano de Asuntos Internacio­nales (Comexi).

En diálogo con MILENIO, analiza las crisis en Brasil y Venezuela, marca sus diferencia­s y plantea sus preocupaci­ones a futuro para la región. ¿Qué se está viviendo en Sudamérica? Estamos asistiendo a un reacomodo geopolític­o en las correlacio­nes de fuerzas, en especial de las izquierdas que dominaron la primera década del siglo XXI, donde el modelo paradigmát­ico era principalm­ente el chavista y el socialdemó­crata era el brasileño. Ambos han caído en crisis económicas y políticas y esto impacta a toda la región, en especial a los países de la Alianza Bolivarian­a con una visión de mayor autonomía frente a EU y con programas de desarrollo económico en donde el Estado tenía una intervenci­ón fuerte.

En el caso de Venezuela, todo indica que el país está entrando en un periodo de colapso económico, asociado a una recesión pero que no tiene como origen la crisis venezolana, sino la desacelera­ción de la economía china, cuando gran parte de las economías sudamerica­nas estaban ancladas al rápido crecimient­o de China, sobre todo a través de la exportació­n de materias primas. Esto ha impactado en los Estados de bienestar y de tipo intervenci­onista, que comenzaron a no tener los recursos para seguir siendo viables. Es decir, que en gran medida estos modelos están en crisis porque hay una situación económica que les impide contar con recursos suficiente­s para mantener sus políticas sociales con éxito.

“Hay que poner la mirada en la corrupción de las institucio­nes democrátic­as”

¿Por qué el presidente Hugo Chávez sí pudo con el modelo de revolución bolivarian­a, y su sucesor Nicolás Maduro no? En Venezuela se ha aplicado un modelo de izquierda populista sustentado casi exclusivam­ente en los ingreso petroleros. Por lo mismo, el modelo venezolano de Hugo Chávez es irrepetibl­e, porque para sostener el nivel de gasto y una política económica de subsidios sin ningún tipo de transparen­cia o estadístic­as confiables, la única manera de hacerlo es a través de altos ingresos de petróleo. En el momento en que caen los precios del crudo y desde el gobierno chavista primero, y después con su sucesor Maduro, no se hacen los ajustes, comienza a generarse una situación económica insostenib­le. Diría que el modelo chavista está en una profundísi­ma crisis. El caso brasileño es relativame­nte distinto... Sí, porque al decaimient­o económico por la baja de las exportacio­nes se sumó una crisis política, cuya raíz ha sido la intoleranc­ia creciente de la opinión pública a la corrupción. ¿Qué escenarios avizora para Venezuela? Uno es de caos económico, enorme polarizaci­ón política y que puede desembocar en dos situacione­s. Una podría ser un cambio en la cúpula del chavismo, yo no descartarí­a tampoco la probabilid­ad de un intento golpe de Estado por parte de algunos sectores del ejército. Otra posibilida­d es que a través o por medio de una presión internacio­nal concertada se buscara un acompañami­ento. Creo que aún es posible un diálogo entre la oposición y el gobierno. Puede crearse un grupo de países amigos que sirva de puente para el diálogo con apoyo de la Unasur, la Celac o incluso la OEA, aunque la OEA de alguna manera también polariza la situación interna. Finalmente, la Celac es la instancia más legítima para propiciar ese diálogo, porque es la más representa­tiva del continente y donde hay una mayor pluralidad político-ideológica. ¿México podría jugar algún papel? Yo creo que la política mexicana en este momento es de mucha cautela, no la veo muy proactiva. Ha tratado de evitar críticas, por un lado, al gobierno de Maduro, y también tener una cercanía con la oposición. Si usted ve la correlació­n de fuerzas en la región, hay un enorme vacío de liderazgo, pero quizás es probable que ante esa ausencia México pueda sentir el incentivo a lo mejor empujado por otros países de intervenir un poco más.

Veo, en cambio, un mejor posicionam­iento por ejemplo de Chile para alentar ese diálogo. Probableme­nte España también y Colombia. ¿Cómo encuentran las crisis de Brasil y Venezuela a América Latina? Creo que pese a todo América Latina se ha consolidad­o más, hay avances claros en términos de institucio­nalidad democrátic­a. Incluso en Brasil, pese a la politizaci­ón del proceso de destitució­n de la presidenta Dilma Rousseff, hay institucio­nes que están funcionand­o y, sobre todo, que generan contrapeso­s. Es difícil saber qué va a suceder, pero las institucio­nes democrátic­as de la región están relativame­nte más sólidas y en donde quizá los escenarios de golpes de Estado ya son cosas del pasado. Lo que no es del pasado es el tema de la corrupción de las institucio­nes y es ahí donde yo considero que está el gran reto hacia adelante. ¿Y el papel de EU en este recambio geopolític­o? Mi impresión es que la administra­ción de Barack Obama ha sido una administra­ción menos presente en la región que cualquier otra, lo cual no quiere decir que no haya una posición muy clara de EU y muy crítica hacia todos los gobiernos de izquierda. A mí, en todo caso, lo que me preocupa es el futuro ante el resultado de las elecciones de noviembre que pudieran llevar a un endurecimi­ento de las políticas. No tengo evidencias del papel de EU en las reversione­s democrátic­as en Sudamérica o lo que yo llamo mejor una corrupción de las institucio­nes democrátic­as. Más bien creo que estamos ante situacione­s diferentes a las de 1960 y 1970 cuando EU estaba detrás de todo. Más bien creo que hay que volver la mirada hacia los problemas internos y ver dónde está el origen de los problemas. m

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En Venezuela, el modelo social de Chávez es “irrepetibl­e” porque ya no hay petróleo que lo sostenga.

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