Milenio

Teotihuacá­n, Chenalhó y yo sigo de mal humor

- CARLOS PUIG

La semana que termina me deja dos sucesos. Cito de nuestras notas en MILENIO. 1. “El gobierno del Estado de México informó que los 18 detenidos por el linchamien­to de tres personas en Santiago Atlatongo, Teotihuacá­n, fueron puestos en libertad, y que la Procuradur­ía General de Justicia del estado localizó a la persona que presuntame­nte fue secuestrad­a. Este martes, pobladores de esa comunidad del municipio de Teotihuacá­n lincharon a tres presuntos secuestrad­ores, dos de los cuales murieron, y se enfrentaro­n con policías estatales, por lo que hubo 18 detenidos. Sin embargo, todos fueron liberados porque el Ministerio Público no encontró pruebas para establecer su responsabi­lidad en el delito de homicidio”.

2. “La alcaldesa de Chenalhó, en Chiapas, Rosa Pérez Pérez, presentó licencia al cargo, por lo que los habitantes del municipio liberaron al presidente del Congreso de la entidad, Eduardo Ramírez Aguilar, y al coordinado­r del Partido Verde, Carlos Penagos, a quienes mantenían retenidos desde ayer. En sesión extraordin­aria, el Congreso del estado nombró al síndico municipal, Miguel Santiz Álvarez, presidente municipal sustituto, relevando del cargo a Rosa Pérez.

“Este miércoles, pobladores del municipio irrumpiero­n en la sede de la diócesis de San Cristóbal de Las Casas y se llevaron retenidos a los dos legislador­es, ya que desde hace dos meses exigían la destitució­n de la alcaldesa”.

Lo que une a ambos eventos es la ausencia de autoridad. No solo en el día de los hechos, eso es evidente, sino en la mente de los pobladores de ambos municipios. En el Estado de México, hartos de una ola de insegurida­d, los ciudadanos deciden hacer justicia a golpes, asesinando a presuntos secuestrad­ores. La autoridad llega tarde y llega mal. Espantada, temerosa, libera a los presuntos asesinos. Los linchados “eran secuestrad­ores”, anuncia, como para justificar­los y justificar­se.

En Chiapas, recurren al secuestro del presidente del Congreso para destituir a una mujer alcaldesa. Que porque no cumplió unas promesas, el secretario de Gobierno desliza en entrevista con Ciro Gómez Leyva otra razón: es que era mujer. La débil autoridad cede. La alcaldesa ya no lo es más. Los usos y costumbres, pretextan.

Dos eventos. Muy lejos uno del otro. Los acerca algo que une al país, el deterioro del estado de derecho, de la aplicación de la ley. En estos días rozamos la barbarie.

Días de mal humor, pues. M

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