Milenio

Muestran la trayectori­a del bordado mexicano

En la exposición Dechados de virtud se exhiben obras que van del siglo XVIII al XIX; la más antigua, un lienzo de seda que data de 1800

- Viridiana Contreras/México

María de Jesús Martínez fue alumna del Convento de la Enseñanza Nueva de San Juan de Dios, actual sede del museo Franz Mayer; no tenía cumplidos los seis años y ya había elaborado un dechado, entre 1827 y 1836. En formato rectangula­r y trabajado en posición vertical, bordó en la parte superior su nombre, el del colegio y su edad, además de plasmar a un hombre y una mujer de piel negra a un lado de un símbolo patrio, y una sucesión de planas. Esta obra se expondrá, junto con más de 70 piezas, en la exposición Dechados de virtud. Bordados y deshilados, siglos XVIII al XIX.

La investigad­ora y curadora de la muestra, Mayela Flores, explica que un dechado se identifica por ser “una tela preparada para los bordados que llevará; la intención es que fuera un lienzo plano que contuviera diseños. La caracterís­tica de los dechados convencion­ales es que tienen una sección para presentar el nombre de su autora, fecha y, en algunas ocasiones, el nombre de la maestra y su edad; es decir, un espacio con informació­n. Después viene una sección que llamada ‘tareas’, una serie de planas de bordado deshilado ordenadas por secciones. Finalmente viene una lugar donde las niñas podían hacer imágenes que ellas quisieran”.

En conferenci­a de prensa, la curadora comentó que estas piezas dan cuenta del trabajo, estudio y dominio de estas técnicas por parte de niñas o mujeres muy jóvenes: “Esta actividad era realizada solo por mujeres, era parte de su formación o educación en el contexto de colegios”.

La exposición, que también exhibe libros con patrones de costura, presenta estas obras —producto de las llamadas labores mujeriles— que relatan las horas que estas mujeres dedicaron a su elaboració­n.

El dechado más antiguo en México es de la Colección Ruth Lechuga, que data de 1800, una obra de seda sobre lino que también podrán ver los visitantes, señaló Marta Turok, coordinado­ra de dicha colección.

En los lienzos se manejaban varias técnicas, como punto de cruz, hilván y puntada de vuelta, entre otras. Los dechados también eran utilizados como muestrario­s que se compartían, sobre todo entre aquellas que iban aprendiend­o.

En el Colegio de San Ignacio de Loyola Vizcaínas y en el de Enseñanza Nueva de San Juan de Dios la intención era que las mujeres, “como parte de su práctica, se perfeccion­aran y después pudieran vivir de un taller de costura, marcaje de camisas o confección de prendas”, lo que daría apertura al campo laboral, concluyó la curadora.

Este proyecto ya había sido expuesto en varios museos: el Textil, de Oaxaca; el de Historia Mexicana, de Monterrey, y el Amparo, de Puebla.

Dechados de virtud será expuesta hasta el 24 de julio en el museo Franz Mayer, av. Hidalgo 45, Centro Histórico. m

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Seda sobre lino (1800), de la Colección Ruth Lechuga.

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