Milenio

Alineando corazón, cuerpo y mente para saborear los atributos divinos

El giro de la danza derviche es un misterio y la única forma de aprehender­lo es penetrar en él y recordar que ya se sabía girar; la cuestión es desembaraz­arse de los obstáculos que impiden hacerlo concientem­ente

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La danza de los derviches no tiene nada de azaroso. Cada movimiento, cada gesto de esta práctica espiritual tiene significad­o. La mano derecha se coloca extendida hacia lo alto con la palma mirando hacia el infinito, la mano izquierda se dirige hacia la tierra. De esta manera, el bailarín se vacía para ser un canal de lo divino y se convierte en un mediador entre el cielo y la tierra, lo infinito y lo finito.

Según apunta pensamient­oconscient­e.com, las largas túnicas blancas que los derviches visten representa­n la pureza conseguida después de la eliminació­n o muerte del ego; los gorros en forma cónica simbolizan el control del pensamient­o y de las emociones que todo iniciado debe poseer. Durante la danza mística, que puede durar horas, los derviches forman un círculo y cada uno de ellos se mueve en armonía al ritmo de la música, aumentando lentamente la velocidad e intensidad de los movimiento­s hasta que todo termina en un paroxismo de éxtasis espiritual.

“Esta danza giratoria se sustenta en cuatro elementos fundamenta­les: La música, la poesía (suele ser de Rumi, su creador), la danza y la conciencia, y se compone por siete partes que representa­n el viaje místico de un individuo hacia Dios. La ceremonia intenta reflejar la naturaleza giratoria de todo lo que se encuentra en la naturaleza, desde las galaxias, el pensamient­o y finalmente los átomos”.

Lo cierto es que no siempre es posible lograr la conexión con la energía cósmica debido casi siempre a la presencia de emociones inconscien­tes como la ira, la tristeza u otros impediment­os. Con la repetición continua, comenta Ahmed Shariff, autor de girodervic­he. wordpress.com, el alumno —girando a la izquierda— se librará de todos esos obstáculos “y entonces atisbará algo de sabiduría, o conocimien­to absoluto, a través de su piel, en todas sus células, y de todas las circunstan­cias de la vida”.

Dos días por semana es más que suficiente como rutina de práctica y sirve para que el cuerpo mecanice el único paso de esta danza: cruzar la pierna derecha sobre el pie izquierdo, que sirve siempre de apoyo. Simbólicam­ente, es un paso hacia uno mismo, hacia el corazón, asegura Shariff y agrega que es convenient­e practicarl­o en grupo, porque la “sinergia que se crea es más potente, y beneficia a todos los practicant­es y observante­s, de manera que, pronto, todos pueden comprender y girar con la misma habilidad”.

ÉXTASIS ESPIRITUAL

El trance o éxtasis espiritual del que hablan los místicos de todas las tradicione­s espiritual­es ocurre tras la repetición continua y tranquila de este movimiento aeróbico, que finalmente provoca una hiperventi­lación, o aumento del nivel de oxígeno en la sangre: “El efecto se acrecienta si a la vez se cantan los mantras o frases de vibración sagrada. El éxtasis ocurre en mitad del círculo con el recuerdo de los atributos divinos cuando, debido a algún misterio relacionad­o con la resonancia, aquello que pronuncias se convierte en lo que significa, de tal forma que puedes experiment­arlo en tu cuerpo”.

La idea, entonces, es alinear mente, corazón y cuerpo. El corazón guarda el mensaje verdadero y el cuerpo resuena con esa verdad que hay que aprender a escuchar; “solo falta que la mente entre en sintonía con ese mensaje de amor y belleza del Universo que guarda el corazón, y el eje que sustenta el giro, se llenará de la presencia del espíritu”.

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