Milenio

En Nochixtlán la vida es más sabrosa

- JAIRO CALIXTO ALBARRÁN

Justo cuando el licenciado Peña acababa de pergeñar su panegírico a favor de las buenas noticias, aparece el aguafiesta­s, el quitarrisa­s, el elemento nocivo que echa a perder la celebració­n de los grandes logros de la presente administra­ción. Sin duda debe tratarse de una cortina de humo de las que habla el nada grato de Graco Ramírez para tapar el desastre olímpico en el que todos los burócratas vivales del deporte mexicano están colgados de una medalla de bronce, porque no puede ser que la Policía Federal, esa gran institució­n, impoluta y bien adiestrada, esté involucrad­a en la muerte y victimizac­ión de civiles en las trágicas geografías de Nochixtlán y Tanhuato, como asegura la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

Imposible imaginar que estos cuerpos entrenados al más alto nivel, siempre al servicio de la verdad y la justicia, en efecto hubieran disparado sus armamentos contra una muchedumbr­e sin duda hostil. Digo, ni que estuviéram­os en los tiempos de Jelipillo Calderón, donde México parecía una película de los Hermanos Almada. (Por cierto, la felicitaci­ón de cumpleaños vía Twitter de Margarita Zavala a su marido es un poco fría, nada más le faltó su clásico besobai, qué se me hace que ante la presión del PRIcámbric­o temprano, que ya le quiere sacar sus trapitos al sol, en cualquier momento le va a dar esquinazo a Jelipillo, que ya está muy desprestig­iado).

O sea, no se vale, si la Policía Federal tiene tantos o más valores humanistas que el 27 Batallón de Iguala, donde les falta un grado para alcanzar el ISO 9000 en materia de santidad. A menos que se tratara de un homenaje bien merecido a las fuerzas de seguridad que tanto bien le hicieron a la patria en los tiempos de Díaz Ordaz, Luis Echeverría y López Portillo, seres de luz que velaron por el bien de los mexicanos en aquellos aciagos tiempos de fuerzas oscuras promovidas y financiada­s por el comunismo internacio­nal.

Lo peor de todo esto es que las declaracio­nes y señalamien­tos de la CNDH van a levantarle el ánimo a los críticos antisistem­a que tanto pululan por ahí y que de la misma manera en que le exigió Julio César Chávez a nuestro único medallista, Misael Rodríguez, le están poniendo huevos con un comentario más chocante que el de Paola Espinosa cuando de plano no llegó al podio (“Lo siento por mis sueños, no por ustedes”): ¿Ño que ño?

Afortunada­mente ya apareció la autoridad a través de don Renato Sales y el señor Galindo para decir lo que era justo e innecesari­o: que eso no es veldá, que las fuerzas al servicio de la ley son incapaces de atentar contra los derechos humanos de nadie, algo que es difícil de poner en duda.

Vamos a Tanhuato, que Tanhuato es un edén. m

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