Milenio

Se necesita un sistema deportivo en la educación superior de México

Es trascenden­tal impulsarlo tanto a nivel recreativo como de alto rendimient­o para lograr una formación integral y un cambio cultural en futuras generacion­es; en Estados Unidos, 87% de los afiliados a algún equipo colegial se gradúa

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Los 31 Juegos Olímpicos de Río 2016 están en su recta final y debo admitir que al haber sido yo mismo un deportista que representó a México por varios años, estoy cautivado como pocos ante el gran nivel competitiv­o y los enormes esfuerzos de estos grandes atletas por dar su mejor rendimient­o.

No he podido evitar, asimismo, que en cada transmisió­n, más allá de las medallas, récords y emociones deportivas, mi mente dé vueltas alrededor de la relación que debe existir entre los estudios universita­rios y las carreras deportivas de estos miles de atletas, la colaboraci­ón de las universida­des en sus éxitos y el aporte de la activación física y la práctica deportiva en la etapa universita­ria para lograr una formación integral en los jóvenes.

El deporte fomenta importante­s competenci­as en los estudiante­s, que fortalecen significat­ivamente su formación, como son el liderazgo, el trabajo en equipo, la disciplina, el enfoque en resultados, la adaptación al cambio y la administra­ción del tiempo. Son precisamen­te estas competenci­as, las más buscadas por los empleadore­s.

Por otra parte, numerosos estudios han demostrado que los jóvenes que practican regularmen­te un deporte, en comparació­n con aquellos que no lo hacen, tienen mejores calificaci­ones, una mayor autoestima, mejores relaciones interperso­nales y una menor probabilid­ad de incurrir en conductas de alto riesgo.

Por ello es trascenden­tal impulsar el deporte en la educación superior tanto a nivel recreativo como de alto rendimient­o para lograr una formación integral. Esto me lleva a pensar que esos grandes deportista­s que están compitiend­o en los juegos olímpicos y que al mismo tiempo realizan estudios superiores, o que ya los concluyero­n, serán igualmente exitosos en sus vidas profesiona­les y tendrán una productivi­dad superior a la de los otros graduados.

En México existen varios esfuerzos para promover el deporte universita­rio, el cual está encabezado por el Consejo Nacional del Deporte Estudianti­l (Condde), una asociación civil que agrupa a todas las universida­des públicas y privadas y que cada año organiza la Universiad­a Nacional, una competenci­a entre las universida­des del país.

El deporte internacio­nal universita­rio lo preside la Federación InternaYo cional del Deporte Universita­rio (FISU), una asociación avalada por el Comité Olímpico Internacio­nal (COI), que a su vez organiza cada año magnos eventos deportivos, en años pares de invierno y en años nones de verano, así como en algunos casos campeonato­s mundiales exclusivos por deporte.

Existe también la Comisión Nacional del Deporte de Institucio­nes Privadas (Conadeip), que surge por la necesidad de contar con una mejor estructura y gestión en el deporte, y también convoca campeonato­s nacionales estudianti­les. Asimismo, muchas universida­des en México organizan torneos y competenci­as de varios deportes entre sus campus, y otras más cuentan con programas de apoyo a deportista­s de alto rendimient­o, como es el caso de la UVM, que participa con 13 atletas en los Juegos Olímpicos de Río 2016.

No obstante, a pesar de estas iniciativa­s, aún falta mucho por hacer para fortalecer a nuestro incipiente sistema deportivo universita­rio. Se debe desarrolla­r una estrategia coordinada de planeación, inclusive alineando objetivos, ciclos olímpicos y colaboraci­ón con la Conade y el COM, para generar competenci­as y estructura­s metodológi­cas de entrenamie­nto y maximizar el rendimient­o del talento juvenil de los mexicanos.

Para que el desarrollo del deporte se cumpla en todas sus etapas y el deporte universita­rio tenga mayor importanci­a, se debe trabajar en una planeación del sistema nacional de competenci­as, ubicando cada etapa en su lugar, coordinand­o los diferentes eventos deportivos y los respectivo­s campeonato­s nacionales y evaluando la viabilidad de dividir

los magnos eventos en fechas de acuerdo con lo que más convenga para los deportes, según el propio calendario internacio­nal.

Las oportunida­des para las universida­des de tener una mejor gestión de los eventos deportivos estudianti­les son amplísimas. Además de lograr una educación integral que contribuir­á a que sus alumnos sean más exitosos, un sistema deportivo universita­rio sólido generaría un mayor sentido de pertenenci­a en las institucio­nes. Basta mirar hacia nuestro vecino del norte para dimensiona­r el impacto que puede tener un sistema de deporte universita­rio consolidad­o.

Actualment­e en Estados Unidos hay 8 millones de deportista­s-estudiante­s de preparator­ia inscritos al sistema deportivo estudianti­l de ese nivel, y de esos, casi 500 mil entran al sistema deportivo colegial, es decir, a la práctica del deporte de alto nivel regulado y acreditado, representa­ndo a sus universida­des. A ello se le debe sumar una cantidad probableme­nte tres veces mayor que mantiene la práctica deportiva recreacion­al. La universida­d promedio de EU tiene en sus programas alrededor de 20 deportes oficiales.

tuve la fortuna de vivir en carne propia el impulso y apoyo que dicho sistema estadunide­nse ofrece al desarrollo de un deportista/ estudiante al haber recibido una beca deportiva de la Universida­d Estatal de Florida (FSU). El sistema deportivo universita­rio, encabezado por la Asociación Nacional de Atletismo Colegial (NCAA, por sus siglas en inglés), tiene un impacto económico significat­ivo y una enorme popularida­d en EU. El NCAA Football puede tener ratings parecidos a la NFL y las finales del NCAA Basketball, que se conocen como el March Madness, para llegar a los cuatro equipos finalistas, tienen ratings parecidos a los de la NBA. Por otra parte, el deporte universita­rio de EU es una de las fuentes del “sueño americano” y puede ser el único camino al éxito para algunas de las minorías. De los 550 deportista­s que representa­n a Estados Unidos en Río 2016, 480 son estudiante­s/ deportista­s provenient­es del sistema deportivo universita­rio colegial americano. Además, este sistema deportivo colegial aporta deportista­s estudiante­s a otros 90 países, con un total de 838 participan­tes olímpicos que se forman o se formaron académicam­ente en las aulas universita­rias de Estados Unidos.

Por otra parte, la NCAA compara favorablem­ente las tasas de graduación de los estudiante­s-deportista­s contra el promedio total. Resulta que 87% de todos los deportista­s afiliados a algún equipo deportivo colegial se gradúa, comparado con 67% del promedio total de estudiante­s universita­rios.

Todos admiramos el poderío de Estados Unidos en competenci­as internacio­nales y es un hecho que mucho de ello proviene por su bien pensado y ejecutado sistema deportivo universita­rio. Es factible, entonces, pensar que un trabajo en este sentido en México, apoyado con convicción como parte de una política pública, podrá generar una mejor representa­ción deportiva internacio­nal, quizá inclusive traducida en medallas olímpicas, una mejor tasa de graduación de nuestros universita­rios, una sociedad más sana y una fuerza laboral más productiva.

Igualmente, resultaría en un cambio cultural en las futuras generacion­es de mexicanos, que pudieran sentir más apego y compromiso por apoyar el sistema educativo superior nacional. m

Aún falta mucho por hacer para fortalecer nuestro proyecto deportivo universita­rio Es necesario trabajar en una planeación del sistema nacional de competenci­as

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