Contentos con su resultado
Los hermanos Alistair y Jonathan Brownlee dominaron el triatlón en Río de Janeiro, prueba donde México tenía una carta fuete con Crisanto Grajales, quien a pesar de haber quedado lejos del podio, en lugar 12, se va satisfecho con el resultado.
“Hicimos lo que estaba dentro de nuestras posibilidades, agradecidos con toda la gente que está al pendiente de nuestra carrera, fue un evento duro, así lo esperábamos. Todavía nos queda la siguiente fecha de la Serie Mundial en dos semanas en Edmonton, Canadá, y luego a pensar en la Gran Final que ahora es en Cozumel dos semanas después”, declaró el veracruzano, que ha pasado gran parte de la temporada entrenando en España.
Además de Grajales, Irving Pérez terminó en el lugar 22, mientras que Rodrigo González quedó fuera de la prueba al ser superado por los líderes en la bicicleta.
Crisanto agradeció a las autoridades que lo han apoyado en su preparación y reconoció que todavía queda mucho por mejorar para soñar con un podio olímpico, “sin duda (el problema es), la natación sabemos que tenemos buena bici, que nuestro fuerte es la carrera, pero bueno, también sabemos que nuestra debilidad es la natación, la mejoramos mucho”, declaró.
Con resultados alentadores en Copas del Mundo y clasificaciones dentro de los 10 primeros, Grajales generó expectativas altas, pero no decepciona con su desempeño, “estoy contento, entrené bien. Me preguntaron que si no estaba en el Top 10 se me haría un fracaso, para mí ningún resultado es un fracaso. Voy a seguir luchando por un diploma olímpico, por mi parte haré otro ciclo olímpico”, valoró el triatleta.
Para Irving Pérez, la competencia fluyó mejor de lo esperado, sobre todo en la natación, “se decía que el agua iba a estar sucia y la verdad me gusta, está más sucia en México en algunos lagos donde se hace triatlón”, compartió al terminar la competencia.
El jalisciense consideró que la prueba fue la más dura en la que ha participado, pero se dijo honrado de estar entre los mejores del mundo, “era increíble el ritmo al que se iba, el ácido láctico se sentía hasta en los dientes, pero el cuerpo se fue adaptando. La bici fue muy dura, con la subida en cada vuelta éramos dos o tres menos del grupo, corriendo fui de menos a más, sabía que el calor y el vapor de la última recta por la gente iba a hacer estragos”.