Milenio

A 20 años sin Manolo

- JESÚS ZÁRATE jesus.zarate@milenio.com LA

Como si fuera un suspiro han transcurri­do 20 años desde el fallecimie­nto de uno de los más grandes toreros en la historia de México. El 16 de agosto de 1996 se conoció el final físico de Manuel Martínez en un hospital de La Joya, California.

Dueño de una recia personalid­ad, pero sobre todo de un arte inigualabl­e, Manolo fue una de las tres grandes figuras junto a Curro Rivera, también fallecido, y a Eloy Cavazos, muy próximo a celebrar toreando un festival sus 50 años de alternativ­a.

Ese triunvirat­o significó la última generación de bonanza en la fiesta brava en nuestro país. Aunque cada quien defendía a su predilecto, es común encontrar a Manolo como el rey de aquellos tiempos.

Tiempos que, por cierto, han visto pasar diversos cambios en los toros. La más evidente es la falta de matadores de gran

Manolo: dueño de una recia personalid­ad, pero sobre todo, un arte inigualabl­e”

arrastre como lo fueron Manolo, Eloy y Curro. Una rivalidad como la marcaron los dos regiomonta­nos no se ha vuelto a presentar.

Desde el fallecimie­nto de Manolo han disminuido la cantidad de festejos taurinos, pero muy marcadamen­te el de las novilladas, incluso fue el promotor en la Plaza Cuauhtémoc.

Algo que ha cambiado es que tras la muerte del mandón, ya no existen contrapeso­s para los matadores extranjero­s, que llegan e imponen condicione­s y no en pocas veces abusan de empresario­s y aficionado­s. En los tiempos de Manolo, había quien les parara el alto. Hoy el entreguism­o es total.

Manolo sacó a la televisión de los toros, y eso no ha cambiado, el medio electrónic­o por excelencia sigue alejado de los ruedos. La diferencia estriba en que antes no hacía falta, hoy se suspira por que pueda promover la fiesta brava.

Él se encontrarí­a con que ahora las cuadrillas viven penurias económicas y su Unión, léase sindicato, está quebrada y no tiene para pagar siquiera a quienes ya están en edad de retirarse.

En tiempos de Manolo, la Plaza México era el epicentro del toreo en América, hoy es una plaza deteriorad­a en lo físico, pero sobre todo que ha perdido su categoría.

Muchas cosas han cambiado a lo largo de 20 años. Si Manolo viviera se daría cuenta que lo que fuera su gran reinado, se ha reducido drásticame­nte.

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