Urgencia cero: los días contados
“EL CORAZÓN DE su hijo está latiendo en el cuerpo de mi hija”, dice la madre de Danna Paola, cuyo trasplante era prioridad en el Hospital La Raza del IMSS
Esta segunda vez, por suerte, las condiciones anatómicas del corazón que llegaba de Jalapa, Veracruz, eran similares a las de Danna Paola Mendoza Rodríguez, de 11 años, quien necesitaba con urgencia un trasplante; de modo que hubo cierto alivio, pero tendrían que esperar 72 horas. La niña comía poco y vomitaba. Había bajado 20 kilos y sus pulsaciones eran lentas. Su caso estaba a punto de convertirse en “urgencia cero”.
En la intervención quirúrgica participaría el cirujano cardiotorácico Guillermo Careaga Reyna, quien había formado parte del equipo médico que hizo el primer trasplante de corazón en México, el 21 de julio de 1988, en el Centro Médico Nacional La Raza, del que es —desde hace tres años— director general.
Años atrás, diciembre de 1967, Christiaan Barnard había realizado el primer trasplante de corazón a escala mundial. Fue en Sudáfrica. En México, La Raza, hospital del IMSS que había empezado a funcionar en febrero de 1954, se convertiría en el principal; el mismo donde en los últimos cinco años han realizado 100 trasplantes de corazón, incluido el de esta joven que no deja de sonreír.
De acuerdo con la Sociedad Internacional de Trasplante de Corazón y Pulmón, un centro que realiza más de 12 trasplantes por año, es un centro de productividad alta, explica Careaga Reyna, quien, didáctico y sin jactancia, añade: “Nosotros ya estamos por arriba de ese número dese hace cuatro años”. —Y cómo seguimos. —Muy bien. Yo diría que bien en muchos sentidos. Cuando Barnard hizo la primera cirugía de trasplante cardiaco en humano, la terapia inmunosupresora no era la mejor. ¿Por qué? Porque no había mucho desarrollo farmacológico. La fortuna fue que cuando se hizo aquí en México, la terapia inmunosupresora era mejor y permitía controlar la reacción de rechazo, y más segura, con menos riesgos de infecciones para los pacientes, que desafortunadamente fue la causa por la cual falleció el primer trasplantado de corazón con Barnard. —Cada año evoluciona. —Las técnicas quirúrgicas ya están estandarizadas desde hace varias décadas, no varía mucho. ¿Qué es lo que ha variado? La forma como se selecciona al donador, como se cuida al donador, en tanto se obtiene la cirugía para recuperar los órganos, la selección del receptor, el cuidado del receptor y el programa de rehabilitación para reintegrarlos a sus actividades.
—Como el caso de Danna Paola, que es un éxito.
—Sin duda. Ella estaba en unas condiciones muy limitadas de salud, prácticamente a punto de que se convirtiera en lo que se llama “urgencia cero”. —¿Qué significa eso? —Urgencia cero es cuando un paciente está en peligro inminente de muerte si no es trasplantado… —¿Tiene los días contados? —Efectivamente, y aquí se marca como urgencia cero porque todo el esfuerzo de las donaciones se enfoca a atender ese caso como prioritario; aunque hubiera otros en espera, el más urgente es el que se atiende y, en este caso, ella ya estaba muy dañada en su función, en su actividad física. En ella avanzó muy rápido la enfermedad y ya no le permitía mantenerse en condiciones prácticamente de vida.
—¿Su ventaja es que era jovencita?
—Esa es una de las ventajas, porque no hay tanto daño a otros órganos.
—¿Y tiene que ser el corazón de la misma edad?
—No necesariamente, puede ser un poco más grande, un poco más chico, lo importante es que esté en condiciones de funcionamiento mucho mejores.
Este cirujano cardiotorácico —San Luis Potosí, 1959—, de una abultada formación académica y profesional, dice que en México “estamos equiparables a los centros del mundo que hacen trasplante en las mismas condiciones. Tenemos los mismos resultados en sobrevida, en calidad de vida y en productividad”. —¿Y ahora? —Ya pasaron tres años y me siento muy contenta de tener un corazón y una segunda oportunidad de vida.