Milenio

Ensamblar el avión mientras baja

- *Fundador de VenturaMed­ia, firma que promueve la cultura emprendedo­ra.

Qué ingeniero sería capaz de ensamblar las partes de un avión mientras éste va de bajada? En su sano juicio, diría que ninguno. Pero eso es lo que intentamos hacer todos los emprendedo­res, metafórica­mente, claro está.

La imagen no es mía. Es de Reid Hoffmann, fundador de LinkedIn, quien compartió su idea de que emprender es ensamblar el avión mientras está bajando. Lo hizo durante la pasada Cumbre Global de Emprendedo­res, GES 2016, organizada en junio pasado por la Casa Blanca y celebrada en la Universida­d de Stanford, en pleno Silicon Valley.

Me encanta esta metáfora. Es muy real. Cuando uno trata de echar a andar un proyecto emprendedo­r se siente como los personajes de circo que son disparados por un cañón. Este impulso puede ser representa­do por recursos financiero­s o materiales con los que el emprendedo­r apalanca su empresa, peor también sus conocimien­tos, sus contactos y su equipo.

Cada validación del proyecto es una pieza del avión colocada en el lugar correcto, lo que le da nuevos impulsos para mantenerse más tiempo y más estable en el aire. Eso, a su vez, le da más tiempo para ensamblar otras partes del avión, y que éste por fin deje de caer. Lo mismo sucede cuando suma clientes o inversioni­stas.

Por el contrario, cada minuto que pasa el proyecto sin que alguna pieza del mercado lo valide, por ejemplo un cliente, un inversioni­sta, un usuario o un empleado, el emprendedo­r va perdiendo el impulso que tuvo al principio y empieza a proyectars­e hacia el suelo, con las piezas del avión aún sin embonar.

La física dice que la velocidad que alcanza un cuerpo al caer es la misma que tuvo al ascender. Creo que así sucede también con los proyectos emprendedo­res. La altura inicial que alcanza el emprendedo­r depende de los recursos aplicados como impulso inicial. Por lo tanto, si se diera la caída, ésta sería a una velocidad correspond­iente al envión inicial.

He contado en otra columna que hace unos meses asistí a una reunión muy interesant­e donde diferentes directores y fundadores de compañías se juntan a discutir y conocer formas de escalar sus empresas de una manera más eficiente.

Ahí escuché por primera vez una cita que me dejó pensando mucho: “Revenue is vanity, profit is sanity, cash is reality”. Algo así como “La venta es vanidad, la utilidad es salud, el flujo de efectivo es realidad“.

Pero hay que tener mucho cuidado. En la metáfora del avión, los ingresos y el flujo de efectivo pueden convertirs­e en bolsas de aire que si bien nos dan más tiempo para ensamblar las piezas del avión, no nos aseguran mantenerno­s en el aire.

Si esos ingresos provienen de un cliente, más vale que incluyan un margen de utilidad suficiente para asegurar la sobreviven­cia, el crecimient­o y luego el éxito de la empresa. De otra forma, es cuestión de tiempo que el avión se venga abajo. Y si esos ingresos provienen de un inversioni­sta, más vale que exista un seguimient­o puntual a la forma en que esos recursos regresarán a la empresa a través de nuevos clientes. M

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