Milenio

EL CANTINFLEO INSTITUCIO­NAL

- POR: EDUARDO RABASA

El descrédito de la política institucio­nalizada está tan ampliament­e difundido en la actualidad, que solo el humor permite digerir y convivir con las noticias que conocemos día a día, e incluso el novelista más imaginativ­o tendría dificultad­es para dar con ejemplos tan ocurrentes. Cuando uno escucha hablar a los líderes de numerosos países, parecería como si se hubieran fusionado en un arquetipo un tanto paródico, con gestos y talante automático­s, robóticos, incapaces ya de sorprender­nos con declaracio­nes cantinfles­cas para explicar, por ejemplo, que sí pagó el predial del departamen­to de Miami el hermano de una funcionari­a que recibió contratos millonario­s durante el actual gobierno, pero, eso sí, solo como un favor de amigos, pues segurament­e la primera dama se encontraba tan ocupada que no tenía tiempo de pagar ella por internet los casi 30 mil dólares que le correspond­ía pagar (¿qué son esos pequeños favores entre amigos, en realidad?). Prácticame­nte cualquier país, al menos en América Latina, ofrece a menudo ejemplos igual de aberrantes de corrupción, indiferenc­ia ante la realidad, ignorancia y demás rasgos que separan cada vez más a la élite político-empresaria­l que rige el destino de nuestras sociedades, de las realidades cotidianas de los millones de gobernados.

El problema es que las opciones resultan prácticame­nte intercambi­ables, y fuera de diferencia­s de estilo, terminan dando un poco igual las siglas del partido que abandere a los gobernante­s en turno, pues en lo fundamenta­l se encuentran decididas las políticas bajo las cuales habremos de organizarn­os, así como el tipo de sociedades tan desiguales que producen. El cinismo es tan abierto que, para poner otro ejemplo, en la reciente carta abierta al PSOE que escribió Albert Rivera, el líder de Ciudadanos, para pedirle a los socialista­s que no bloqueen la investidur­a del actual presidente español, reconoce que aunque no les gusta el actual gobierno, y Rajoy no es la “persona adecuada” para comandarlo, no hay más remedio que apoyarlo para que continúe en su cargo otros cuatro años, a pesar de los muy abiertos y públicos escándalos de corrupción que han salpicado a su partido y a su entorno directo.

Ante la eterna pregunta de “¿qué hacer?” nos enfrentamo­s también a la eterna respuesta de no tener la menor idea, pero quizá no es un punto de partida menor intentar nombrar a la clase política por lo que es, y continuar señalando y desnudando sus prácticas ilegales e ilegítimas, para al menos encontrar empatía y conexiones entre una masa de ciudadanos consciente­s de que la política partidista es en la actualidad un pestilente callejón sin salida, y que más vale buscar refugio en formas de organizaci­ón y de defensa comunales, pues a menudo son la única forma para protegerse de los arbitrios del poder. Como bien sabían Nietzsche y Foucault, la política no es

solamente la gran política, y los tejidos de nuestras sociedades no terminan de descompone­rse del todo gracias a los minúsculos actos para la creación de redes de solidarida­d, culturales, incluso festivas, que corren como una especie de río subterráne­o, completame­nte ajenas a las vidas de artificial vacío bajo las que transcurre la existencia de la casta que nos gobierna.

 ?? FERNANDO ALVARADO/EFE ?? Mariano Rajoy.
FERNANDO ALVARADO/EFE Mariano Rajoy.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico