Un gran pato prehistórico en NY
Robert Emmerich escribió y dirigió la película 10,000 BC (EU-Sudáfrica 2007) con una línea narrativa consistente en el periplo de un cazador de mamuts que debe abandonar la tribu para ir al rescate de su amada. Entre las múltiples inexactitudes históricas o anacronismos figura un pasaje en el que aparecen aves gigantes, especie extinta hoy, al parecer también hace dos millones de años, que desatan una cacería de humanos como si de megarraptores del filme de Steven Spielberg se tratara.
Hecha a un lado la argumentación del director de que nunca se propuso lanzar un filme histórico ni un documental científico, sino una básica película de ficción y mucha acción, durante muchos años en efecto se sostuvo que las diferentes especies de Gastornis (otras aves prehistóricas) eran depredadoras carnívoras y rápidas, a partir del análisis de sus fuertes extremidades inferiores con garras, una gran altura y un sólido y letal pico.
Sus restos han sido hallados en Norte y Sudamérica, Europa y Asia, y sus tallas fueron cambiando desde su aparición, después del cataclismo de los dinosaurios, hasta hace dos millones de años, si bien no hay consenso entre los expertos sobre su época exacta de extinción. Estos diferendos suelen aparecer ya sea en torno a su clasificación, pues algunas veces se da nombre distinto a una misma especie por falta de fósiles, ya sea a propósito de sus hábitos y dieta.
Así como hay estudios que instalan a estos animales en el pico de la cadena alimenticia de su época, el Eoceno en algunos casos, y aventuran la hipótesis de que eran capaces de alimentarse de grandes felinos y herbívoros, desde los años 90 otros investigadores creen que si bien eran aves gigantes, más altos que un hombre en su edad adulta, eran pacíficos y pastaban a paso lento en las llanuras.
Un ejemplar ha sido catalogado en ese supuesto y su esqueleto fosilizado completo se yergue en una vitrina del Museo Americano de Historia Natural en Nueva York junto con otras aves prehistóricas de menor talla. Diatryma gigantea vivió 15 millones de años después de la extinción de los dinosaurios, es decir, hace entre 55 millones y acaso 40 millones de años, y contra lo que la imaginación de Emmerich y los estudios de varios paleontólogos sostienen, los más recientes descubrimientos lo privan de aquella ferocidad y más bien sugieren que era un lento devorador de plantas.
Estos nuevos hallazgos ponen a Diatryma gigantea, especie descubierta por Cope en 1876 (aunque el ejemplar exhibido en Nueva York se acredita a W. Stein en Wyoming en 1916), en la línea evolutiva que desembocó en los patos y gansos de hoy en día. La probabilidad de que esta ave cazara grandes felinos, por lo demás, es casi nula, pues la última especie de Gastornis desapareció hace 40 millones de años y el primer tigre apareció hace 37 millones. Eso sí, Emmerich acertó al juntar en el tiempo y el espacio a las tribus humanas con Smilodon, el gigante dientes de sable que se extinguió hace 9 mil años (descubierto y descrito por Peter Wilhelm Lund en 1841), y con él terminó una serie evolutiva que se caracterizó por una mayor talla a cada nueva especie.
Ahora que si el cineasta estaba pensando en otra especie de ave, el Phorusrhacidae, mejor conocida como “ave del terror”, no hay problema en que compitiera por alimento con los dientes de sable, pues vivió hasta hace 2 millones de años en América del Sur, pero jamás pudo encontrarse con el hombre de 10 mil años antes de Cristo. No deja de ser decepcionante, sin embargo, el apunte que el fusilero halló en el museo neoyorquino con el Diatryma rebajado a un simple pato prehistórico. m