Bowie y Aceves
Ya había leído que mi muy admirado amigo y fotógrafo Fernando Aceves estaba triunfando por el mundo. No en balde es el hombre detrás de la cámara en los momentos más importantes de la historia del rock en nuestro país (y varios más) en las últimas décadas, pero debo decir que lo que me tocó vivir en esta vuelta de trabajo (por otro motivo) a la Gran Bretaña no solo me llenó de orgullo, sino que me hizo sentirme particularmente agradecida de tener este espacio para poder compartirlo con todos ustedes.
La zona de Brixton, al sur de Londres, puede presumir que David Bowie es su hijo favorito. Es un lugar ecléctico, lleno de diversidad, arte urbano, caos, mercados y gente que camina por sus calles como si tuviese una misión muy específica que cumplir en ese preciso momento.
Aunque los grandes conglomerados de la globalización hacen su batalla por estar presentes, no cabe la menor duda de que es uno de esos pocos lugares que sostiene su personalidad a pesar de todo. Y, precisamente, en medio de todo ello se encuentra un lugar dedicado a los enamorados, profesionales y aprendices de la fotografía llamado Photofusion.
El lugar tiene una sala de exposiciones que es constantemente visitada por todo tipo de personas, especialmente las que saben que todo aquello que acabe en sus paredes tiene que ser algo especial. Ese es el caso de la exposición de fotografías nunca antes vistas en el lugar que vio nacer a David Bowie.
Ahí, junto con fotógrafos como Mick Rock (a quien le tocó capturar a Bowie en los glamurosos y extraños tiempos de Ziggy Stardust) está el maravilloso trabajo que nuestro Fernando Aceves realizó en 1997, cuando Bowie nos visitó.
Esa vez que después de su conferencia de prensa algunos de los representantes de los medios se habían peleado por quedarse con la botella de la cual tomó agua, mientras hablaba con nosotros. Fernando no tuvo que hacer nada parecido, porque ya había sido invitado a acompañar a Bowie a Teotihuacán, donde lograría algunas de las imágenes más impactantes del artista de ojos bicolor.
Pero, y aunque ese era todo el plan, las aventura no acabó ahí. Fue tan agradable la experiencia para todos, empezando por el intérprete de “Space Oddity”, que lo invitó a que siguieran juntos en su exploración por México, incluyendo imágenes en la Casa Azul, Bellas Artes y el Palacio Nacional. Si usted ya vio esas imágenes, y estoy segura que en algún momento se las ha llegado a encontrar, se podrá dar cuenta lo bien que lo pasaron los artistas.
Ahora esas imágenes regresan a casa. A la de Bowie. En la sala de exposición se emocionaron cuando les presumí (no pude evitarlo) que el fotógrafo era alguien querido en mi vida. Y es que más allá de la calidad humana de Fer, es más que claro que tenemos un artista de escala mundial entre nosotros. Y no es que no lo apreciemos, pero vivir estas experiencias solo puede llenarnos más de orgullo. Siempre queremos que ganen los mexicanos , ¿no? Pues Fernando está ganando. Y a lo grande. ¿Primero Johnny Depp y ahora nos dicen que Brad Pitt es un patán? ¿Qué nos queda? ¿Justin Bieber?