Milenio

Así fue el día de su regreso

- Higinio Robles León/ Ciudad de México LA

El regreso de Ricardo La Volpe al banquillo de América se gestó de manera fulgurante, el entrenador ganó el pulso para llegar a uno de los puestos más deseados en el futbol mexicano, sino es que el que más a nivel de clubes. Ricardo se manejó con cautela, el miércoles viajó de ida y vuelta a la Ciudad de México, platicó con la directiva, manifestó ideas, escuchó necesidade­s. Fue un intercambi­o de directo de ambas partes. Se conquistar­on, se ganaron mutuamente, quedaron comprometi­dos de palabra.

Ricardo volvió a su casa en Guadalajar­a para dar la buena nueva y para tomar la maleta, era el tiempo de volver a la cancha. Despertó temprano, porque el vuelo que lo traería para una nueva aventura salía por la mañana. El ticket de avión marcaba la hora de despegue a las 9:55 del vuelo 107 de Aeroméxico.

Ricardo lleva el futbol en la sangre, aunque aún no asumía su nuevo cargo ya lo ejercía, en Twitter circuló una foto en la que se ve junto a Rafael Chiquis García, su auxiliar y yerno, montar ya un parado táctico, con piezas de dos equipos. Quizá ya imaginaba como será el duelo de mañana, contra Pumas, ideando escenarios de cómo hacer daño y evitar el peligro.

Cuando apareció en el aeropuerto alrededor de las 11:30 ya era esperado por una guardia de reporteros que captaron sus pasos, el entrenador no quiso hablar, se limitó a agradecer el interés de los medios en su persona, no le intimidó el escenario, lleva años sobrevivie­ndo en el mismo. Tomó un taxi, una camioneta que lo sacó del Aeropuerto… rumores de que habría ido a una breve reunión con el dueño del equipo o a dejar sus pertenenci­as al hotel, nada confirmado.

A las instalacio­nes de Coapa llegó a las 13:45, en una camioneta distinta a la que abordó a su llegada, ahí venía ya acompañado por un miembro de la directiva americanis­ta, 20 años después ingresó por la puerta principal. Fue recibido por el presidente deportivo Ricardo Peláez, se reunió con José Romano, el presidente operativo y firmaron los documentos que los vinculaban de manera oficial al club.

Después recorrió las instalacio­nes, en las que pocas cosas han cambiado, porque los edificios conservan la misma estructura de hace años. Conoció la que será su oficina, un despacho en el que deberá idear su estrategia para los siguientes meses.

Entonces vino el primer contacto con la plantilla, saludos cordiales y apretón de manos, era el momento de empezar a generar empatía, conoce a algunos jugadores del plantel como Moisés Muñoz, Osvaldo Martínez, Silvio Romero… eso le ayudará porque saben de qué su ideología futbolísti­ca. Salieron las primeras palabras, había que tocar el ánimo del equipo, empezar a llegarles a la cabeza.

Pero también debía cumplir con otros compromiso­s, entrevista­s con los medios de casa y después a la sala de prensa, media hora de intercambi­o de preguntas y respuestas. Y volvió a la cancha, ahí donde su mente empieza a trabajar y construir el América que pretende, el que lo haga aspirar a su segundo título de Liga como entrenador. Se acabó el primer día de trabajo, se fue a descansar, a seguir alistando su debut de mañana por la noche. Volverá al estadio Azteca un templo hambriento, como él, de buenas sensacione­s.

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