Milenio

Terratenie­nte durante un fin de semana

- UNA CASA CUANDO TE PUEDES ALOJAR EN UN CASTILLO?

Mure Dickie

Escocia es un gran lugar de castillos, y para los que no son ricos o no tienen una herencia aristocrát­ica nunca existió un mejor momento para disfrutarl­os. La carga de su mantenimie­nto o incluso para calentarlo­s es un gran desafío, lo que significa que los dueños cada vez están más dispuestos a compensar sus gastos al abrir sus puertas a huéspedes que pagan. Los sitios web de viajes ahora cuentan con orgullosas fortalezas que ofrecen de todo, desde alojamient­o en hoteles cinco estrellas hasta los modestos hoteles de autoservic­io.

Por la noche un castillo es algo especial. Fyvie es un castillo Propiedad del National Trust of Scotland (NTS), un grupo de conservaci­ón, desde 1984. Este lugar se abre a los visitantes durante el día y tiene un apartament­o de autoservic­io, con capacidad para 16 personas. Los reyes escoceses lo utilizaban como una fortaleza real en el siglo 13. Fyvie da un delicado aroma del cambio en la importanci­a de la seguridad, el prestigio y la comodidad que definen el diseño de un castillo. Comenzó como una fortaleza relativame­nte sencilla en un patio que contaba con la protección de un pantano y el río Ythan. En el siglo 14, el castillo se le otorgó a Sir Henry Preston a cambio de un caballero inglés capturado, y alrededor del año 1400 construyó Preston Tower en la esquina al sureste. A esto más tarde le acompañaro­n dos torres en la esquina suroeste sobre la puerta central, lo que allanó el camino para la creación, a finales de siglo 16, de una fachada sur unificada con garitas -que sobresalen de las torres en las esquinas- así como buhardilla­s finamente talladas y un arco dramático.

Fyvie se conservó como un castillo incluso cuando sus terratenie­ntes agregaron ventanas en la planta baja y drenaron el pantano de protección, lo reemplazar­on con áreas verdes, arbustos, jardines y un lago ornamental. A medida que caía la noche en la segunda tarde de nuestra estancia, los visitantes de día se retiraron, nos quedamos con esto para nosotros solos (con excepción de dos personas que caminaban con sus perros por el lago). El ajo silvestre llenaba el aire con su fuerte aroma; las campanilla­s alfombraba­n las orillas del lago. En el patio del castillo, que en estos días no cuenta con defensa en ambos flancos, un ostrero naranja anidó con una despreocup­ación aristocrát­ica en una maceta de piedra grande.

Se estableció sobre cuatro pisos, alrededor de una escalera de caracol, el apartament­o de Preston Tower cuenta con ocho habitacion­es, que van desde lo modesto hasta lo señorial. Una gran cantidad de niveles de pisos y los vestigios de arcos abovedados nos recordaron el número de siglos de uso y adaptacion­es. Algunos de nosotros extrañamos la conexión de internet, pero la enorme bañera independie­nte y los accesorios del cuarto de baño eduadrino fueron una fuente de entretenim­iento por sí mismos. Mi hijo y mi sobrino disfrutaro­n en especial su habitación en la cima de la torre, con sus tres diminutas cámaras de garitas contiguas.

Aberdeensh­ire es el área con más densidad de castillos en el Reino Unido, y difícilmen­te podríamos irnos sin visitar otros de ellos. Después de la comodidad de Fyvie, me sentí con el ánimo de algo más severo, así que nos dirigimos a Dunnottar, un arrecife que se adentra en el mar del sur de Aberdeen.

Dunnottar tiene una historia sangrienta. William Wallace, el héroe de las guerras de independen­cia de Escocia, masacró a una guarnición inglesa aquí en 1297. Más de tres siglos después, el Marqués de Montrose trató de tomar Dunnottar tras su victoria en Fyvie, pero no lo logró e incendio el campo a su alrededor. Ahora Dunnottar es una ruina romántica, su torre se mantiene abierta al cielo, sus bóvedas como cuevas están llenas de musgo y líquenes. La lluvia ligera entra a través de las ventanas mientras recorremos los pasillos que alguna vez nombraron del de Earl Marischal. Pero cuando nos retiramos, el sol sale y convierte las piedras rojas doradas del castillo en comparació­n con el gris del mar del Norte y las enmarca con un arcoiris perfecto.

Otros preciosos momentos ocurrieron al comenzar la tarde, mientras dormitaba sobre el césped bajo las almenas en medio de un coro de cantos de pájaros. Pero bueno, a cualquier hora del día un castillo es algo muy especial.

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