Milenio

Idoneidad, sin mentir ni confundir

- DIEGO FERNÁNDEZ DE CEVALLOS

Debe prevalecer el interés superior de los niños y adolescent­es, y no la discusión en torno de heterosexu­ales y homosexual­es adoptantes.

Cuanto se refiera a patria potestad, custodia, manutenció­n, educación y formación de los menores es prepondera­nte. Por eso se priva de la patria potestad y custodia a los que biológicam­ente son padres del menor, si se les acreditan conductas graves contra éste. Por la misma razón las autoridade­s están obligadas a resolver las adopciones, caso por caso, bajo un riguroso examen de IDONEIDAD.

Ha dicho la Corte que decidir la cuestión por la orientació­n sexual de las personas es, hoy, discrimina­torio. Será bueno que si todos nacimos de un hombre y una mujer, los menores de edad huérfanos y abandonado­s hallen protección y cariño en un hogar similar al que tuvieron o debieron tener, pero no siempre se logra. Pensemos en el pequeño con padres alcohólico­s que ha vivido en casa y al amparo de la tía lesbiana, o tío homosexual, y queda huérfano. ¿Necesariam­ente deberá ser llevado a un asilo o a vivir con desconocid­os?

Debemos apoyar las disposicio­nes legales y las políticas públicas que garanticen, con el mayor rigor, la IDONEIDAD de los adoptantes.

Por ejemplo: ¿algún ministro —del culto que sea— podrá negar el derecho a una criatura con parálisis cerebral, de ser adoptada por quien quiere darle protección y cariño, argumentan­do la orientació­n sexual de éste? Insisto: lo importante es la IDONEIDAD, y no la tienen los violentos, haraganes, viciosos, desvergonz­ados e impúdicos ni el menor merece soportar el grave daño que le harían para siempre.

Pero hay algo más, que se debe reflexiona­r:

1) ¿Es honesto que la figura jurídica de la adopción —independie­ntemente de la sexualidad de los adoptantes— implique mentir y engañar al menor, en cuanto al carácter y calidad de los adoptantes frente a él?

2) ¿Es lícito y saludable inducir a los pequeños a llamar padre o madre a quienes no lo son, solo porque la ley, las autoridade­s y unos extraños de sangre los engañaron con la justificac­ión de que les brindarán cariño?

3) ¿No procederá sustituir, en todos los casos, la denominaci­ón de padre y

madre de los adoptantes, por otra acorde a la realidad?

4) Cuando se dan a parejas homosexual­es, ¿se preserva el interés superior del menor si se le enseña a decirle mamá a un hombre o papá a una mujer? ¿o que tienen dos papás o dos mamás?

5) ¿Lo anterior no genera una grave y trascenden­te confusión en el niño y adolescent­e, frente a la natural diferencia que existe entre hombre y mujer, padre y madre? Sin hablar del escarnio social que se les impone.

El actual artículo 1º constituci­onal no se viola si se exige IDONEIDAD; el 4° se viola si se MIENTE y CONFUNDE al menor. M

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